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En el marco del foro sobre “El papel de Internet en un contexto de
Violencia en México”, organizado por el Senado de la República -con el
fin de promover el debate sobre el tema y la protección a la libertad de
expresión y de información de los ciudadanos-, María de Jesús Bravo
Pagola, narró a los presentes las torturas psicológicas y físicas que
sufrió, durante su detención y estancia en el penal de Pacho Viejo,
acusada de terrorismo y sabotaje por el gobierno de Veracruz.
De acuerdo con Pagola, la persecución emprendida por el gobierno
comenzó el 26 de agosto de 2011, cuando su hija le habla por teléfono
para comunicarle que unos hombres que viajaban en una camioneta negra
llegan a su domicilio y le roban su medidor para forzarla a salir de la
casa.
“Al hacerlo me golpearon a mí y a Carlitos me dice, Carlitos es mi nieto de 6 años”.
Según le relató su hija, los hombres le pidieron avisarle que ya no
usara las redes sociales de twitter y facebook, para comentar sobre
hechos de violencia en Veracruz.
“Porque si lo sigues usando, nos van a matar. Por favor mamá, piensa
en mi hijo, no quiero que le pase nada”, le comentó su hija.
Al salir de su casa para ir a comer varios sujetos la interceptan y la suben a una camioneta.
“Intento llamar a mi esposo y recibo una fuerte cachetada de uno de
los tipos”. Es llevada en helicóptero de Veracruz a Xalapa, las
instalaciones de la Procuraduría de Justicia ubicadas en Arco Sur.
“Dentro del helicóptero empiezan a tratarme de hacer caer en miseria
para empujarme y tirarme del helicóptero. Yo me conservé fría y mientras
eso sucedía un tal Jorge Z…entró (a mi cuenta de facebook) y amenazó de
muerte a todos mis amigos, de que toda aquella persona que me siguiera,
iba a correr la misma suerte, que al otro día iban a amanecer muertos
ellos y sus hijos”.
Según Bravo Pagola, con esa acción lograron que 500 de 5 mil seguidores se dieran de baja.
También se le decomisó una revista Proceso, por considerar que era
“material subversivo” y se le acusó de presuntas ligas con la
delincuencia organizada debido a que en su teléfono tenía registrado a
una persona con el número 1, que “pensaron que era el jefe de la mafia y
en realidad era un inquilino del departamento uno que tengo en renta”.
Una vez en las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia
en el Estado, aseguró que fue obligada a firmar un documento, ante el
entonces procurador Reynaldo Escobar Pérez, en la que aseguraba que
“jamás en mi vida volvería a usar una red social”.
Antes de salir de ahí todavía alcanzó gritarle a Escobar Pérez:
“broncudo, coyón, prófugo del respirador artificial…porque está bastante
enfermo”.
Posteriormente “un elemento policíaco fuertemente armado me jaló y me
tiró del pelo. Me subieron a una camioneta de la policía. Dentro de la
camioneta me dieron dos golpes en el plexo solar con la cacha de un arma
de alto poder, me sacaron el aire y perdí el conocimiento”.
Al recuperar el conocimiento dice haber visto el rostro del hombre, a
quien le dijo: “máteme, no esté jugando conmigo. Lo que tenga que
hacer, hágalo ya”.
En realidad fue traslada al cuartel San José, en donde una doctora
que la revisó le dijo que iba en calidad de detenida. En ese lugar,
asegura haber sido víctimas de otras agresiones.
“En forma increíble una hilera de hombre pasaban a verme como se ve a alguien con 3 ojos o 4 brazos”.
“Al estar detenida empezaron toda la noche a gritarme obscenidades sexuales para irme torturando psicológicamente”.
En ese lugar volvió a desmayarse, sin embargo, fue notificada de que
había recibido un amparo para protegerla de cualquier maltrato.
Es durante su estancia en San José cuando conoce a Gilberto Martínez,
el otro twittero detenido, quien le da la mano y “me dice que había
sido torturado el día anterior tratando de que dijera que me conocía”.
Esposada de pies y manos, dice que fue traslada al penal de Pacho
Viejo, en donde fue encerrada en una celda de un metro con diez
centímetros de ancho por dos y medio de largo, con un retrete y una cama
de piedra.
Al llegar las primeras personas que la saludan es una custodia de nombre María Morales y una interna de nombre Flor de Azalia.
“A partir de ahí se me prohibió hablar con nadie”.
“No podía decir buenos días, buenas noches, porque amenazaban con pegarme”.
“Fueron noches eternas porque no había ni luz ni agua”.
Un día se le dio permiso para caminar sobre un pequeño pasillo,
“porque en mi celda sólo podía dar dos pasos y ya estaba edematizada”.
“Vi llegar a un sujeto que se expandía en el patio del penal como
jerjes llegando a oriente con sus huestes. Se acercó y me dijo: soy el
comandante teto, lo acompañaban el yuca, el chido y el cuervo. No
pertenecían a seguridad pública estatal, pero iba Flor de Azalia con
ellos, quienes me la presentaron como la encargada. Nada más”.
“Después se fue y tras darme la mano me hizo una seña de que: te estaremos vigilando”.
“Fue difícil soportar todo esto, desde las enormes ratas que se
metían a mi celda, trepaban por la cobija y cuando me despertaba, ya
tenía tres o cuatro ratas, me caminaban como conejos”.
Igualmente, asegura que seguía siendo víctima de tortura psicológica, pues la custodia que estaba cerca de ella le decía:
“Usted nunca va a salir de aquí, ya nadie se acuerda de usted, de su
asunto nadie habla. Usted saldrá de aquí con los pies por delante”.
El 11 de septiembre la directora del penal le comunica que el día
siguiente la visitará el senador por Nayarit, Javier Castellón,
presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología, pero este encuentro
no se da porque por la mañana de ese día se reúne en locutorios con la
abogada, quien le comunica que la directora negó el ingreso al propio
senador.
Sin embargo, Bravo Pagola empieza a quejarse ante la abogada de que
necesita que el senador y quienes lo acompañan, Jesús Robles Marloff y
Daniel Gerhenson, sepan las condiciones en las que se encuentra.
Pero al escuchar sus quejas, la custodia la retira y la regresa a su
celda. Sólo alcanzó a escuchar los gritos de estos cuando dicen:
“libertad a los twitteros detenidos”.
“Sentí una gran emoción, una sensación de gratitud que no podía
concebir. Cómo pudo visitarme el comandante teto, el chido, yuca y el
cuervo y no pudo un senador. Resulta increíble”.
“Al otro día publica el Notiver, el periódico de más venta en
Veracruz: portazo al senado. Lo cierto es que la visita del senador, fue
la llave que me logró de salvarme del tormento”.
Según Bravo Pagola, a partir de ese momento persistieron las torturas psicológicas.
Narra que logró conseguir una
resistencia para calentar el agua en una cubeta.
“Una noche me la quitan y al día siguiente me la regresan. Y me dice
la custodia: mire, se la quité porque el cable que tiene es muy largo y
resistente y puede soportar su cuerpo si usted decidiera suicidarse.
Nada mas amarraría el cable y lo cuelga de esa regadera que está ahí,
que no sirve y se mata y luego me van a echar la culpa, pero bueno, se
la dejo porque usted sabe lo que hace”.
“La miré con coraje, ella entendió y me dijo: es trabajo, como diciéndome, es algo que me están mandando a hacer”.
“Finalmente, gracias a la presión social, gracias a que el día 23 se
iba a resolver el amparo interpuesto y que se iba a deber mi liberación a
la justicia federal, el día 21 fui liberada”.
http://plumaslibres.com.mx/2011/10/25/denuncia-%e2%80%9cmaruchi%e2%80%9d-en-senado-detencion-y-encarcelamiento/