Antes que nada, es necesario dejar en claro que considero a Isabel
Miranda de Wallace una ciudadana respetable y valiente. Sin embargo, y
desgraciadamente para su causa y para la de Acción Nacional, ha sido
atrapada en un proceso antidemocrático que a nadie habrá de beneficiar
en el mediano plazo.
Su para algunos sorpresiva designación como candidata a la jefatura
de Gobierno del Distrito Federal ha seguido el mismo guión de procesos
fracasados en diversos estados. Se trata de un libreto en el que cambian
los actores, cambian los escenarios, pero no cambia el director, quien
siempre se oculta tras bambalinas.
EL PAN Y SU (ANTI) DEMOCRACIA INTERNA
La democracia interna era más importante en el PAN que en cualquier
otro partido mexicano, pues, durante décadas, se convirtió en la esencia
de la identidad panista, de las relaciones igualitarias entre los
militantes y de su oferta a la ciudadanía.
Se veía como un valor ofrecer candidaturas a ciudadanos externos al
partido, pero siempre bajo procesos democráticos. Cuando había
designación era en casos especiales debidamente justificados, no por
capricho ni por negociación; menos por imposición. No se consultaba a un
mandamás en un edificio gubernamental; se consultaba a la militancia y,
sobre todo, a la sociedad, lo que llenaba de legitimidad democrática a
los candidatos. Aun así, designar era la excepción, jamás la regla.
Quizá respondiendo a esas tradiciones, a principios de este mes, y
cito a un diario nacional, “el CEN del PAN sostuvo una reunión en la
que… se anunció que había ratificado la solicitud del Comité Directivo
del DF de convocar a un proceso abierto para elegir a su candidato al
gobierno capitalino, en el que participarían miembros activos,
adherentes y simpatizantes en general”. En idéntico tenor,
recientemente, Gustavo Madero declaró que el candidato o candidata
panista a la Presidencia será electo democráticamente, pues no
“sustituiremos el proceso en el que se basa nuestra fortaleza”.
Pese a ello, hubo que contradecirse en público, obedecer órdenes y
desobedecer la conciencia. Todo, en concordancia con el método de abolir
los procesos democráticos internos que se ha establecido durante el
calderonato.
No sólo es dañino que se impongan (aunque se use el eufemismo de
“designar”) candidatos, sino que se echan por la borda proyectos
construidos a lo largo de años, y se dejan caudas de heridos que ninguna
“operación cicatriz” es capaz de aliviar.
Desechar a los Cuevas, Gómez del Campo, Luege, Orvañanos, Sodi, envía
un pernicioso mensaje al militante: no importa qué tanto trabajes por
la sociedad y por el partido, pues un “dedazo” puede borrar tu
trayectoria y el esfuerzo de tus seguidores. Lo mismo sucedió en
diversos estados del país, y los resultados a la vista están: Acción
Nacional ha vivido la peor racha de derrotas electorales y culturales de
su historia.
Aun cuando sea Gustavo Madero quien salga a hacer los anuncios de las
designaciones, la verdad es que este método ya se había establecido
desde antes de que él llegara a ocupar —que no a ejercer— la presidencia
del PAN. Hoy, Madero, ayer Nava, antier Martínez, sin que alguien
defienda a Acción Nacional ante los embates del poder.
Seguramente se difundirá el gastado argumento de que es necesario
sacrificar al partido para ganar votos en un esfuerzo nacional, aunque
en lo local se salga perdiendo. No obstante, cuando vemos los ejemplos
de la aplicación de este procedimiento —y el más claro es Guerrero,
donde el PAN perdió el registro— comprobamos, de inmediato, que sólo se
consigue cosechar derrotas en ambos frentes.
Visto está que estos duros golpes para los militantes provocan una
división en el partido y desincentivan la participación en las campañas,
además de que hacen perder credibilidad democrática ante los votantes.
No obstante, el proyecto calderonista ha tropezado, cientos de veces,
con la piedra de su propio autoritarismo.
DESDIBUJANDO EL ROSTRO DEL PAN
Porque en mi pecho late un corazón panista, aun cuando en mi cartera
no haya una credencial azul, mi primer sentimiento ante esta situación
es de tristeza.
El PAN es mucho más que un instrumento electoral. Se trata de una de
las más insignes instituciones creadas por el pueblo de México. Acción
Nacional fue construido por generaciones de patriotas, libertarios y
humanistas, que elevaron, con su entrega, un hermoso edificio, el aula
magna de la democracia, en la que se enseñaba no sólo a ganar
elecciones, sino, sobre todo, a ser hombre de bien y a ser ciudadano.
Pues bien, los muros de mármol de esa aula han sido manchados por
innumerables atropellos, similares a las que hoy padecen los panistas de
la Ciudad de México. Ello no sólo llenará, para siempre, de vergüenza a
quienes han callado ante la imposición; también será reclamado por la
historia de la democracia mexicana, que -precisamente por su silencio
cómplice- no los absolverá.
www.Twitter.com/ManuelEspino
manuespino@hotmail.com
* Ex presidente nacional del PAN y ex presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América
Por Manuel Espino Barrientos