Jorge Hank Rhon, dueño de los Xolos de Tijuana.
Foto: Eduardo Miranda
El
balompié mexicano, que a través de los años ha privilegiado el negocio
por encima del deporte, los manejos turbios por encima de la
transparencia, se contamina con dinero sucio del crimen organizado… El
problema no es nuevo: así lo demuestran investigaciones realizadas por
la PGR y la Femexfut. Lo cierto es que cada vez son más frecuentes los
casos de personajes de la política, del mundo empresarial y del ámbito
deportivo que, aliados con “socios” del crimen organizado, hacen su
parte para corromper al deporte más popular del país.
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- Pionero de la generación de porteros-goleadores, René
Higuita logró fama mundial como figura del futbol colombiano, pero
también por sus excentricidades y escándalos dentro y fuera de las
canchas.
Gran admirador del narcotraficante colombiano Pablo Escobar
Gaviria, en 1991 Higuita lo visitó en la cárcel La Catedral para
manifestarle su amistad incondicional.
Dos años después, el 4 de
junio de 1993, Higuita volvió a la prisión. Esta vez el guardameta era
el reo, acusado de violar la Ley Antisecuestro. De acuerdo con las
autoridades colombianas, el jugador medió en la liberación de la hija
del comerciante Luis Carlos Molina, presunto socio del jefe del cártel
de Medellín. Por su intervención habría obtenido una recompensa de 50
mil dólares.
Luego de permanecer seis meses en la cárcel, Higuita
recobró su libertad e incluso interpuso una demanda en contra del Estado
colombiano, que tuvo que indemnizarlo. Una década después, en noviembre
de 2004, quien inmortalizó la “jugada del escorpión” dio positivo por
cocaína en un control antidopaje durante un encuentro entre su equipo,
el Aucas, y el Olmedo ecuatoriano.
En México, para esas fechas la
presencia del crimen organizado en el futbol era ya una realidad
palpable: narcotraficantes como Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los
Cielos, y políticos y empresarios como Antonio Leaño Álvarez del
Castillo, Jorge Vergara, Carlos Ahumada –expropietario de los equipos
León y Santos–, Jorge Vázquez Mellado, Kléber Mayer, Jorge Rodríguez
Marié y Jorge Hank Rhon, tuvieron o han tenido injerencia en los
negocios futbolísticos.
El comienzo
El 26 de octubre de 2002
el narcotraficante de origen colombiano Jorge Mario Ríos Laverde, El
Negro, fue detenido cuando conducía una camioneta de la Promotora
Internacional Fut Soccer, propiedad del controvertido promotor Guillermo
Lara Guadarrama, actual encargado de la concertación de los juegos
amistosos de la Selección Mexicana de Futbol.
El Negro declaró que
era empleado del promotor mexicano, quien en abril de 2007 (Proceso
1591) reconoció que tenía nexos laborales con el narcotraficante
colombiano:
“Conmigo llegó un empresario que vive en México y es
constructor. Me explicó: ‘soy exfutbolista’, y se identificó como Juan
Carlos, de origen venezolano… a mí me interesa el negocio del futbol y
tengo una oficina en Guadalajara. Él me presentó sus credenciales e
íbamos a hacer una clínica de rehabilitación para nuestros jugadores en
Guadalajara, otra en Ciudad Victoria con el doctor (Eduardo) Velázquez y
una más con el doctor Nicolás Zarur.”
También reconoció que acudió
al llamado de la esposa de Ríos Laverde y le envió un abogado “para
ayudarlo”. Asimismo, dijo haberse enterado de primera mano por agentes
del FBI de que el colombiano era uno de los hombres más buscados por esa
agencia estadunidense. El Negro fue extraditado a Estados Unidos un día
después de su detención.
Los problemas no cesaron para el promotor.
El 11 de julio de 2003 otro escándalo del crimen organizado salpicó de
nuevo su imagen, así como la del balompié mexicano: el futbolista
colombiano Carlos Álvarez Maya, quien llegó al Necaxa –propiedad de
Televisa– por medio del propio Lara, fue aprehendido en el Aeropuerto
Internacional de la Ciudad de México cuando pretendía llevar a su país 1
millón 28 mil 500 dólares, presuntamente producto del lavado de dinero.
El comisario Ricardo de los Ríos explicó entonces que ordenó un
operativo con elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP) porque el
jugador despertó sospechas: “mostraba nerviosismo y sudaba
copiosamente”.
Lara se reconoció impotente: “Álvarez Maya tenía
dos años fuera del Necaxa. Salió del equipo cuando se le rompió el
tendón de Aquiles. Después del contrato cada individuo es libre de hacer
lo que se le antoje. No puedo ser tutor ni responsable de toda la
gente, ni del Necaxa ni de la Federación Mexicana de Futbol ni de nadie.
Si al señor lo detuvieron, es problema de él; además, ya es mayor de
edad”. (Proceso 1591.)
Álvarez Maya reconoció ante las autoridades
que el dinero que intentaba llevar a su país pertenecía a una persona a
la que únicamente señaló por su apodo: El Negro.
Nexos calientes
En
1993, Lara fue declarado persona non grata por la Federación Mexicana
de Futbol (Femexfut). El motivo: un millonario fraude en agravio de la
Selección nacional. Sin embargo, recobró inesperadamente su estatus de
excelentísimo ciudadano, de la mano y bajo el cobijo de su amigo Justino
Compeán, presidente de la Femexfut. Sus nexos se remontan a la época en
que el federativo presidía el club Necaxa.
Dos meses después de la
captura de El Negro, el periódico Reforma destacó: “Investigaciones de
la PGR y autoridades de Estados Unidos revelan que existen nexos entre
narcotraficantes y el futbol mexicano. Las autoridades relacionan al
promotor de futbolistas Jorge Mario Ríos Laverde, El Negro, con el capo
michoacano Armando Valencia Cornelio, El Maradona, detenido en agosto
pasado en Jalisco, y con el colombiano Diego Montoya, prófugo de la
justicia de su país”.
Mucho tiempo atrás, Amado Carrillo intentó
comprar el estadio La Corregidora de Querétaro. El llamado Señor de los
Cielos “era muy amigo del entonces candidato a gobernador de ese estado
Fernando Ortiz Arana. El proyecto de compra-venta contaba con la
aceptación del entonces gobernador Enrique Burgos, quien, advertido de
la posibilidad de que este dinero proviniera del narcotráfico, asentó:
‘no hay ningún problema’”, documentó en su libro Desde Navolato vengo el
periodista José Alfredo Andrade Bojórquez, quien desapareció
extrañamente en 1999, después de presentar su obra (Proceso 1442).
Andrade Bojórquez hizo ante este semanario una grave acusación en contra
de Antonio Leaño Álvarez del Castillo, empresario y líder político del
estado de Jalisco:
“El 22 de noviembre de 1975 los Tecos dirigidos
por los Leaño asesinaron a dos jóvenes jesuitas de la Asociación
Católica de la Juventud (ACJM). Jamás se investigaron los hechos.”
El periodista añadió que la familia Leaño construyó “feudos de poder
educativo, político, económico y hasta futbolístico (los Tecos, de la
Universidad Autónoma de Guadalajara)”.
Luego del escándalo por
espionaje telefónico en el que estuvieron involucrados el árbitro
mundialista Felipe Ramos Rizo y el entonces presidente de la Comisión de
Arbitraje, Edgardo Codesal en septiembre de 2003, la Procuraduría
General de la República (PGR) emprendió una serie de investigaciones en
el futbol nacional.
En su momento, el caso del empresario argentino
Carlos Ahumada, acusado de lavado de dinero, dio origen a otra línea de
investigación de la PGR, que en marzo de 2004 intervino a los equipos
Santos y León, propiedad de Ahumada.
En junio de ese año la Femexfut
decretó que los equipos Irapuato y Querétaro desaparecerían de la
Primera División. La medida se adoptó porque existía la sospecha de que
en esos clubes, propiedad de Kléber Mayer y de Jorge Vázquez Mellado,
respectivamente, podía haber recursos provenientes del narcotráfico.
Infiltraciones
Una
fotografía tomada el 9 de mayo de 2002 y publicada en agosto de 2004
por el diario Reforma marcó otro negro episodio para la Femexfut. En la
gráfica aparece Enrique de la Garza, entonces presidente de la Primera
División A, acompañado de José Tirso Hernández Félix El Tío, El Mecánico
o El Tirso, presunto dueño del Irapuato, no obstante que ante la
Femexfut Mayer fungía como presidente y dueño de la franquicia.
Hernández Félix es señalado como presunto lavador y distribuidor de
estupefacientes del cártel de Juárez.
En esa fotografía, tomada en
el estadio Sergio León Chávez durante un juego del equipo Irapuato, de
la Primera A, también aparece José Luis Barba, quien presuntamente
vendió la franquicia del equipo Querétaro a los hermanos Vázquez
Mellado.
En este turbio contexto incluso Jorge Vergara, dueño de las
Chivas del Guadalajara, no sale bien librado. En mayo de 2003 el
presidente del club peruano Universitario de Deportes, Alfredo González,
solicitó a la DEA que investigara al empresario mexicano por presunto
lavado de dinero, cuando éste intentaba comprar el equipo.
Un mes
antes, el entonces subprocurador de Investigación Especializada
enDelincuencia Organizada (SIEDO), José Luis Santiago Vasconcelos,
reveló a este semanario que el cantautor Joan Sebastian –propietario del
club Mineros de Real de la Plata, de la Segunda División–, al igual que
empleados y funcionarios del gobierno de Morelos, entre ellos el
gobernador Sergio Estrada Cajigal, estaban bajo investigación por
delitos contra la salud (Proceso 1442).
Las sospechas de que el
crimen organizado había penetrado en el ámbito del futbol condujeron a
la PGR a una nueva línea de investigación, ahora en el estado de
Morelos. Las indagatorias apuntaban al capitán Jorge Rodríguez Marié,
propietario del desaparecido equipo Colibríes de Morelos y presunto
piloto particular de Amado Carrillo Fuentes.
Los Colibríes de
Morelos jugaron en la Primera División nacional de diciembre de 2002 a
mediados de 2003. Tras su descenso, el equipo desapareció, al igual que
su dueño, también propietario de Aerolíneas Internacionales. No
obstante, desde su incursión en la Primera A –división de ascenso–, el
club disponía de una infraestructura digna de un equipo de la máxima
categoría: autobús propio, hotel para las concentraciones, escuela de
futbol y fuerzas básicas.
A finales de 2008, elementos de la Agencia
Federal de Investigación (AFI) y la Subprocuraduría de Investigación
Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) irrumpieron en las
instalaciones del club América, propiedad de Televisa, y detuvieron a
los jugadores y directivos del equipo Mapaches.
Entre los
aprehendidos estaba Wenceslao Álvarez, El Wencho o El Wenchis, presunto
propietario del equipo, señalado como probable operador del grupo
delictivo La Familia Michoacana. El equipo tenía su sede en Nueva
Italia, Michoacán, y en sus dos meses de vida llamaron la atención las
comodidades de las que disponían los jugadores: hoteles lujosos y un par
de autobuses Mercedes Benz.
Desde hace un año la Primera División
nacional tiene un nuevo integrante: Xolos de Tijuana. Al verdadero
financiador de la franquicia, Jorge Hank Rhon, desde hace varios años se
le vincula con el crimen organizado.