Internet
no funcionaba. La táctica de encender y apagar, tampoco. El técnico llegó y,
tras un primer vistazo, concluyó que estaba todo en orden. Hasta que miró hacia
arriba y retiró lo dicho: casi con toda seguridad esa ardilla que correteaba por
el tendido eléctrico había mordisqueado los cables, por eso fallaba la
conexión. Andrew Blum, periodista especializado en
tecnología, no daba crédito: "¡Internet, la red de información más poderosa
jamás creada! ¡Capaz de establecer comunicación instantánea con cualquier rincón
de la tierra! ¡Instigadora de revoluciones! Compañera inseparable, mensajera de
amor, fuente de riqueza y distracción. Frustrada por los dientecillos de una
ardilla de Brooklyn". El incidente no sólo le sirvió para darse cuenta de la
fragilidad de la red, también para comprender que, a pesar de las metáforas,
internet ni es una nube ni es inalámbrica. La red está ahí
fuera, se puede ver y tocar, y eso es lo que él pretendía hacer. Así empezó Tubes: A journey to the center of the internet (la
editorial Ariel tiene previsto publicarlo en español a principios de
2013).
El mapa mental que Blum tenía de internet no
distaba demasiado de los que figuran en el Internet Mapping Project de Kevin Kelly. En
2009 el co-fundador de la revista Wired se propuso crear una "cartografía popular" de la
red y pidió que le enviasen dibujos para tratar de entender cómo la imaginaban
sus usuarios:
The Internet Mapping Project. Fuente: www.kk.org
The Internet Mapping Project. Fuente: www.kk.org
The Internet Mapping Project. Fuente: www.kk.org
Es decir, para Blum, como para los que enviaron
sus dibujos, como para muchos de nosotros, internet es un espacio abstracto,
intangible, porque ni siquiera reparamos en que posea una infraestructura
física. Y la tiene. "Internet es, prácticamente en todas partes, una serie de
tubos. Hay tubos por debajo del océano que conectan Londres y Nueva York. Tubos
que conectan Google y Facebook. Edificios llenos de tubos, y cientos de miles de
carreteras y vías férreas ribeteadas con tubos. Todo lo que hacemos
online viaja a través de un tubo", explica en el prólogo del
libro.
Mapa de cables submarinos elaborado por TeleGeography, que
muestra los más de 150 sistemas que conectan el mundo.
Global Internet Map 2012 de TeleGeography, representación de la infraestructura física de internet.
Durante dos años Blum visitó esos lugares de
internet en la tierra y elaboró un cuaderno de viaje. Su primera parada fue en
Milwaukee porque no podía empezar sin un mapa, y allí se estaba imprimiendo
el Global Internet Map, la representación de esa infraestructura
real que él quería documentar. Luego visitaría algunos de los puntos neutros
-esos lugares de paso donde se encuentran operadores y proveedores de internet
para intercambiar el tráfico que va de unos a otros- más importantes del mundo
en Frankfurt, Amsterdam y Londres, una playa portuguesa donde fue testigo de la
instalación de uno de esos tubos que conectaría Portugal con África -aquí pueden verse las fotografías que tomó de la experiencia-,
y los centros de datos donde gigantes como Facebook o Google almacenan nuestra información. De hecho, de la visita
al centro de éste último salió indignado. El séquito de googlers siente
no poder informarle sobre el funcionamiento de las instalaciones -"es
confidencial"- y ni siquiera le dejan pasar de la cafetería. "El mensaje no tan
subliminal fue que no se puede confiar en mí, ni por extensión en ti, para
entender lo que sucede dentro del centro, un espacio en el que nosotros hemos
puesto nuestra confianza para que la compañía guarde nuestras preguntas, cartas,
incluso ideas".
No es hasta el final del viaje cuando el
periodista llega a la conclusión de que, en realidad, "internet no era un mundo
ni físico ni virtual, sino humano". Y quizás por eso, planteaba en la edición
británica de la revista Wired, quienes nos pasamos todo el día conectados a esos
cables deberíamos saber más sobre ellos. Porque "renunciar al conocimiento de esos pormenores supone ceder el
control. Si internet parece magia, seamos conscientes de que nosotros no somos
los magos, sino los niños que admiran asombrados la ilusión".
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