La volatilidad de los precios, el cambio climático y la falta de una reserva alimenticia ponen en riesgo la seguridad alimentaria del país. Organismos internacionales revelan que la escasez de los productos básicos afectará gravemente a las zonas más marginadas en los países en desarrollo. En México, más de 5 millones 800 mil familias se encuentran en pobreza alimentaria, de acuerdo con datos de la Secretaría de Desarrollo Social. Son las mismas que podrían padecer hambruna
Más
de 5 millones 800 mil familias mexicanas podrían padecer hambruna en
los próximos meses. Las proyecciones en la producción agropecuaria de
México indican que el país es incapaz de proveer la alimentación
adecuada a toda su población. Mientras cada trimestre se incrementan los
precios en la canasta alimenticia y cae la producción de alimentos, se
impulsa fuertemente el uso de la producción agrícola como materia para
los biocombustibles.
Ante este panorama, México –como otros países en vías de
desarrollo– deberá de aumentar al ciento por ciento su producción, “si
se desea alimentar adecuadamente a la población”. Así lo indica el
documento Seguridad alimentaria y sustentabilidad alimentaria,
firmado por Francisco Mayorga Castañeda, titular de la Secretaría de
Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación
(Sagarpa).
De acuerdo con el informe publicado en el marco del seminario Los
Grandes Temas de la Agricultura Mundial, encabezado por Mayorga, “la
creciente volatilidad de los precios agropecuarios es un tema a debate
de la agenda nacional e internacional, debido a que representa
incertidumbre, y por [lo] tanto, afecta las decisiones de los
productores, comercializadores, consumidores e incluso al propio
gobierno e inhibe la inversión en la agricultura”.
Cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público demuestran en el documento Informes sobre la situación económica, las finanzas públicas y la deuda pública,
cómo se han incrementado los precios de los alimentos procesados, que
en septiembre pasado registraron una inflación anual de 7.32 por ciento,
un aumento de 45 puntos base con respecto de junio pasado, que registró
un incremento de 6.87 por ciento. En el mismo periodo, la inflación
anual de los productos agropecuarios fue de 2.09 por ciento.
Seguridad alimentaria, incierta
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus sigla en inglés), un país se
encuentra en dependencia alimentaria cuando destina más del 25 por
ciento de sus ingresos a la compra de alimentos en el exterior. El
secretario Mayorga Castañeda afirma que en 2010 México destinó el 7.2
por ciento de sus recursos.
Para mantener la seguridad alimentaria, indica la FAO, es necesario
el cumplimiento de tres condiciones básicas: la disponibilidad de
alimentos adecuados, una oferta estable sin fluctuaciones ni escasez, el
acceso a los alimentos o a la capacidad para adquirirlos.
José Narro Céspedes, secretario de la Comisión de Agricultura y
Ganadería en la Cámara de Diputados, señala que “no tenemos la seguridad
alimentaria resuelta; tenemos sino déficit a partir de la crisis
alimentaria, agrícola y agropecuaria de este año. En la cosecha del
ciclo primavera-verano de frijol estábamos levantando 500 o 600 mil
toneladas; ahora estamos levantando un total de 200 mil toneladas en
todo el país, cuando los requerimientos son de más de 1 millón de éstas.
Es decir, que tenemos un déficit de cerca del 60 por ciento”.
Para el también líder campesino, en estos momentos se requiere
impulsar el ciclo otoño-invierno y que a través de éste se pueda reponer
parte del déficit alimentario de granos. “Nos hace falta una reserva
alimentaria. Esto nos dice que el problema del país está en una
situación grave y delicada, de atención urgente”.
A decir del legislador perredista, la Sagarpa “no está haciendo
prácticamente nada, están paralizados ante esta emergencia. Los granos
son de los [alimentos] más importantes en la dieta de los mexicanos. Si
no se toman medidas emergentes, no va a haber granos ni alimentos para
la población y los que se importan son de muy baja calidad”.
Las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía,
correspondientes al periodo 2010-2011, indican que los productos de
mayor importación son: cereales, con 360.1 por ciento en el alza de su
compra; frijol, 162.1 por ciento; sorgo, 158.6 por ciento; uvas frescas o
secas, 139.3 por ciento; arroz, 127.5 por ciento; trigo, 124.3 por
ciento; huevo, 78.2 por ciento; y maíz, 74.4 por ciento.
Los riesgos
El documento Perspectivas de la agricultura 2011 –publicado por la FAO– indica
que “el periodo de alta volatilidad en los mercados de productos
agrícolas básicos ha entrado en su quinto año consecutivo. Unos precios
altos y volátiles y lo que suponen en cuanto a inseguridad alimentaria
están evidentemente entre los principales problemas a que hacen frente
los gobiernos en la actualidad”.
Como consecuencia de esta incertidumbre en los mercados agrícolas,
el organismo advierte “impactos negativos amplios” que repercutirían en
la seguridad alimentaria y en la economía en general. Otros factores de
riesgo para la economía de este sector, indica la FAO, son el cambio
climático, los niveles de existencias (de productos), precios de la
energía, tasas de cambio, demanda creciente, presiones sobre los
recursos, restricciones comerciales y la especulación.
Los precios de los fertilizantes, el transporte y de materia prima
para los biocombustibles tienen un impacto en los mercados de la
energía, y son de los desafíos que tienen los gobiernos a nivel mundial,
de acuerdo con el informe internacional.
El organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas
enlista otros retos: la mitigación, eliminación o la reducción de la
volatilidad, restricciones a las importaciones o exportaciones o a los
subsidios y mandatos para los biocombustibles, la creación de redes de
seguridad social y una reserva de alimentos.
De este último desafío, la FAO indica que con ello se podrían
cubrir situaciones “urgentes” destinadas a proporcionar asistencia
selectiva a las personas de escasos recursos, para así aminorar el
efecto de los precios altos.
Alerta en las regiones más pobres
Otro de los documentos que prevén la crisis alimentaria mundial es El estado de la seguridad alimentaria.
La FAOadvierte que serán las regiones más pobres las más afectadas,
pues “la volatilidad de los precios hace que los pequeños agricultores y
los consumidores pobres sean cada vez más vulnerables a la pobreza”.
Esto se debe a que los alimentos constituyen una gran proporción de
los ingresos de los agricultores y del presupuesto de los consumidores
pobres: “los aumentos significativos de los precios tienen efectos
considerables en los ingresos reales. Por ello, incluso episodios breves
de alza de los precios a los consumidores o descenso pueden provocar la
venta a bajo precio de activos productivos, como [la] tierra y [el]
ganado, por ejemplo, lo cual puede dar lugar a la trampa de la pobreza”.
También se indica que para lograr la reducción efectiva de las
consecuencias adversas de la volatilidad de los precios “es preciso
elaborar por anticipado mecanismos de redes de seguridad selectivas, en
consulta con los grupos de población más vulnerables”.
En México, la Secretaría de Desarrollo Social tiene registradas 5
millones 818 mil 954 familias en el padrón del programa Oportunidades,
diseñado para apoyar económicamente a grupos en extrema pobreza.
De acuerdo con el padrón de familias beneficiarias correspondiente a
2011, las cinco entidades que más apoyo requieren son Veracruz, con 664
mil 773; Chiapas, 622 mil 709; Puebla, 485 mil 250; Estado de México,
462 mil 465 y Oaxaca, 436 mil 535.
IICA repara plana
Gino
Buzzetti Irribarra, representante en México del Instituto
Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), comenta en
entrevista con Contralínea que si bien en México la balanza comercial ha tenido “un pequeño balance negativo, se acerca a uno positivo”.
Para el funcionario, el país está produciendo tantos alimentos como
los que importa, pero además exporta alimentos de alto valor, mientras
las importaciones son de menor calidad.
Buzzeti Irribarra asegura que el país todavía tiene estabilidad:
“Si uno lo ve desde el punto de vista de la FAO todavía hay seguridad
alimentaria en el caso de México. Lo obvio es que uno quisiera mirar que
la balanza agrícola fuera positiva, pero el país tiene el potencial
para hacerlo, especialmente en la zona tropical”.
Además, “las zonas potencialmente más productivas concentran la
pobreza y el número de pobres en México es un drama, pero hay
disminuciones. Ojalá la pendiente hacia arriba fuera más alta y sobre
todo, en los sectores rurales que implica generar mucha riqueza”.
En abril de 2010, Contralínea documentó el pago de 12.5
millones de pesos en cuotas al IICA por parte de la Sagarpa. Antes la
Auditoría Superior de la Federación había hecho observaciones de que
éstas eran “onerosas y excesivas”.
Al respecto Buzzeti Irribarra explica que las cuotas que pagan los
países al IICA son fijas, de común acuerdo, y que están en relación con
las que se pagan a la Organización de Estados Americanos. “Cada país
paga de acuerdo con su nivel de desarrollo, entonces si es onerosa aquí
es igual en otras partes. Efectivamente, el presupuesto de cuotas que
tiene el IICA lamentablemente está congelado desde 1994, por lo que tenemos un drama bastante importante”.
Ese año, las aportaciones al IICA superaban en casi 4 millones de
pesos los apoyos que la Sagarpa entrega a los campesinos en el municipio
de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, uno de los estados más pobres del país
(Contralínea, 11 de abril de 2010).
Buzzeti Irribarra explica que México es uno de los países que más
contribuyen al sostén del IICA, ya que aporta el 4 o 5 por ciento de sus
ingresos. “Entre Estados Unidos, Canadá, México y Brasil sufragan el 60
por ciento de las cuotas del IICA. El primero, por su nivel de
desarrollo, tiene un aporte mayor que el mexicano”.
http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2011/12/01/en-hambruna-mas-de-5-millones-de-familias/
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