Por estos días, analistas políticos e intelectuales han compartido públicamente su intención
de voto. Lo hizo Juan Villoro, Gabriel Zaid, Jorge Volpi y
Genaro Lozano entre otros. Los leí
a los cuatro. Gracias a las redes sociales, leí como nunca
antes sobre las trayectorias de los candidatos a la presidencia y opiniones muy diversas sobre lo que más le conviene a este país.
La diversidad de voces, opiniones y tonos que a veces se
volvieron fanatismo, nos habla de un país diverso que no se ha unificado por
inercia como cuando el PRI arrasaba las elecciones o las arrebataba si no le
eran favorables o como en el 2000 cuando ganó Vicente Fox, que en esa elección
logro unir a más de la mitad de los mexicanos que querían al PRI fuera de Los
Pinos. Hoy no existe tal uniformidad. Hoy la diversidad de voces nos habla de
una democracia mucho más interesante y más vital que en otras elecciones.
Jesús Silva-Herzog Márquez (@jshm00) escribió esta semana en su
blog una entrada imprescindible llamada “La soberanía del número” subrayando que
los motivos y emociones detrás de un voto, no son considerados a la hora de
contar. Nuestro voto es un número más, igual que cualquier otro. En el momento
de votar, nuestra elección no es mejor que la de nadie. No hay forma de
distinguir los votos comprados de los voluntarios, los razonados de los
impulsivos, los de castigo de los convencidos, los que surgen del miedo de los
que surgen de la esperanza.
Se ha estudiado mucho en los últimos años, el impacto de la
personalidad de los votantes al elegir por quien votar (Caprara y Zimbardo,
2004). Estos y otros investigadores han encontrado que la importancia de las
características personales está a la alza en los procesos electorales, porque la
tendencia de los partidos a ser más de centro para atraer a grupos con intereses
muy diversos, ha inclinado la balanza a lo individual. A los rasgos de
personalidad y a los valores de cada uno. Habrá quien considere como lo más
importante la tradición, otros la benevolencia o el bien común, otros el
hedonismo. Los valores y los rasgos de personalidad están interconectados.
Algunas veces, las personas cambian su conducta para ser más congruentes con sus
valores. Otras veces al revés, adaptando sus valores a su forma habitual de
pensar, sentir y actuar. Los valores de una persona se juegan de manera
importante al decidir su voto. En lo interno, la persona sabe que su elección es
legítima y valiosa, al punto que, aunque no gane el proyecto político que
elegimos, gana nuestra convicción y congruencia entre lo que somos, en lo que
creemos y por quien votamos.
Dice Carlos Rivera (@galindes) que “uno de los
resultados de la elección presidencial 2012 ha sido la creencia de que el
candidato de nuestra preferencia posee una superioridad quasi-innata con
respecto a los demás candidatos”. Rivera, (Doctor en Psicología Política por la
Universidad de Essex) agrega que como en casi cualquier otro ámbito de la vida,
(comercial, amorosa, religiosa) las preferencias político-partidistas están
determinadas más por nuestra estructura de personalidad, nuestros valores y a
veces hasta por nuestra estructura neurológica, que por las virtudes
filosóficas, políticas, económicas o estructurales de las opciones a las que nos
adherimos.
Thomas Friedman en un gran editorial publicado ayer en el New
York Times, ha dicho que quien gana en las urnas debe ser capaz de pactar con el
resto de los grupos políticos y sociales de un país, al referirse a Mohamed
Morsi, nuevo presidente electo en Egipto que venció al partido oficialista por
un estrecho margen de 3 puntos. Friedman enfatiza la importancia de que Morsi,
de la hermandad musulmana, concilie con los liberales, salafistas y cristianos,
en la construcción de una recién estrenada democracia.
Cito a Friedman para ilustrar que independientemente de quien
gane las elecciones, el pacto social debe tener mayor peso en la ciudadanía y no
en el partido en el poder. El autogobierno, la autogestión ciudadana, deberían
vislumbrarse como el camino hacia el crecimiento democrático. Los egipcios nos
han enseñado una enorme lección de valentía al respecto.
Reconocer lo construido y no sólo lo destruido en estos años
de transición democrática podría ayudarnos a ser menos pesimistas. Aquellos que
afirman que votemos por quien votemos, terminaremos arrepentidos, no ayudan en
nada al país. Para estos candidatos nos alcanzó. Que nos alcance para más en las
siguientes elecciones.
Creo personalmente mucho más en el voto de conciencia que en
el voto útil. Creo que somos lo que votamos y que es mejor ser congruentes con
nuestros valores que votar en contra de un proyecto político y no a favor del
que nos parece mejor.
Creo que la única forma de que el día de las elecciones se
vuelva un momento trascendente, es tener la certeza de que mi voto, es el más
importante. Mi voto es en última instancia, un acto poderoso de amor propio y
reflejo de mis rasgos de personalidad y de mis valores. El mundo no se acaba el
1 de julio. La vida sigue y tendremos que seguirla construyendo entre todos.
por Prodigy MSN 27, jun, 2012 12:56p.m.
Valeria Villa es psicoterapeuta individual, familiar y de pareja
desde hace más de 10 años. Hospital Médica Sur 5606 7245 Lomas de Chapultepec
5520 5525 La puedes seguir en twitter @valevillag o escuchar su Radioterapia
en el 102.5 fm en la Ciudad de México http://audio.noticia smvs.com/ los lunes a las 1200 en
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