El nuevo capítulo de México

El domingo, los mexicanos se sumaron en grandes números para votar por un cambio – un cambio en prioridades y aproximación, y un cambio generacional enfocado en el gobierno positivo. Estoy honrado de que, en mi, los mexicanos vieron la oportunidad del cambio en una nueva dirección.

Tal vez existan considerables reacciones en la comunidad internacional de que mi elección de alguna manera significa el regreso de las viejas formas de mi partido, el Partido Revolucionario Institucional o PRI, o un disminuido compromiso en los esfuerzos de México en contra del crimen organizado y las drogas. Pongamos esas preocupaciones a descansar.

Esta campaña se trató de dos cosas. La primera era el mejoramiento de las condiciones económicas de millones de mexicanos en condiciones adversas, cuyas vidas han sido tocadas por el anémico crecimiento económico, que el Instituto Mexicano Nacional de Estadística dice promedió un 1.7% entre 2000 y 2010. Segundo fue el fin de la polarización que ha paralizado nuestra política, haciendo imposible las reformas necesarias urgentemente en el sector energético, de mercado laboral, de educación y seguridad por mencionar algunas. No podemos posponer más esos cambios.

Para aquellos preocupados en el regreso de las viejas políticas, no deben temer. Con 45 años de edad, soy parte de una generación de políticos del PRI comprometidos con la democracia. Rechazo las prácticas del pasado en la misma manera que busco avanzar de la encrucijada política actual. El objetivo de mi generación no es de ideologías o patronal, pero medible en el éxito de liberar a los mexicanos de la pobreza. Es así como goberné el Estado de México, el más poblado del país, de 2005 a 2011.

Gobernaré con realismo pragmático y una estrategia clara a largo plazo. Países en desarrollo como India, China y Brasil han demostrado el camino para el significante y duradero combate a la pobreza mediante reformas institucionales y políticas económicas enfocadas en el crecimiento. Es hora de que esas mejoras lleguen a México.

Quiero tocar de frente el tema del crimen organizado y el tráfico de drogas. No puede haber ni negociación ni tregua con los criminales. Respeto al presidente Felipe Calderón por su compromiso con terminar con esas tareas; mantendré la lucha, pero la estrategia debe cambiar. Con más de 60 mil muertos en los últimos seis años, críticas considerables de los grupos de derechos humanos y progreso debatible en lo referente al flujo de drogas, las políticas actuales deben ser reexaminadas.

De hecho, he propuesto iniciativas que resultarán en un marcado incremento en los gastos de seguridad y he fijado como una meta pública el reducir los crímenes violentos de manera significativa.

Lo que debe mejorarse es la coordinación entre autoridades anti-crimen municipales, estatales y federales. Crearé una Gendarmería Nacional de 40 mil personas, una fuerza policial similar a la de países como Colombia, Italia y Francia para enfocarse en las áreas rurales más violentas.
Expandiré la policía federal en al menos 35 mil oficiales e impulsaré las agencias de inteligencia y análisis.

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