jueves, 20 de septiembre de 2012

Lo que le faltó a Ebrard

Todo político exitoso debe tener una combinación de tres cés: cerebro, corazón y cojones.


 
Soy de los que piensan que Marcelo Ebrard se equivocó: que 2012 era su oportunidad de oro para lanzarse como candidato presidencial desde su exitosa gestión como jefe de Gobierno del Distrito Federal. Ebrard, sin embargo, decidió abrirle paso a López Obrador y posponer la inevitable pelea con él para 2018. Quizás hizo sus cuentas, valoró posibles costos y beneficios, y resolvió que lo conveniente era eso. Pero, con esta evaluación cerebral demostró que le falta algo importante para todo político eficaz: pujanza, las ganas y fuerzas para aventarse una buena pelea de vez en cuando.
Ahora se antoja que ya es tarde para Ebrard, quien anunció, por un lado, que será candidato presidencial en seis años y, por el otro, que si López Obrador se empeña en lanzarse por tercera ocasión, sería un “desastre” para la izquierda. En otras palabras, Marcelo envía un mensaje claro: “No se hagan bolas, si queremos ganar en la próxima elección presidencial, el candidato debo ser yo”. Esto es lo que muchos queríamos escuchar este año. Un Ebrard dispuesto con los tamaños para desafiarle el liderazgo de la izquierda a López Obrador.

No lo hizo. Ahora tendrá que esperar seis años más con la gran diferencia de no tener un cargo público desde donde seguir estando presente en los medios. A menos que en 2015 decida ser diputado federal, una posición que cuenta con muy poca reputación entre los mexicanos.

Además, habrá otra complicación para 2018. Si bien Marcelo respetó a su ex jefe, Andrés Manuel, y lo dejó ser candidato presidencial en 2012, nada asegura que el nuevo jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, vaya a actuar de la misma forma. En una de esas Mancera demuestra tener la pujanza que le faltó a Ebrard este año y se lanza en 2018 desde la poderosa plataforma del Gobierno del Distrito Federal. Si es así, pues Ebrard tendrá un doble desafío: convencer a AMLO y a Mancera de que le dejen el camino libre a él.

Alguna vez alguien dijo, con razón, que todo político exitoso debe tener una combinación de tres cés: cerebro, corazón y cojones. Sabiduría para calcular costos y beneficios en las decisiones, pasión para entusiasmar al electorado y fuerza para ejecutar algunas acciones arriesgadas (admito que la metáfora de los cojones con fuerza es machista; pido una disculpa por esto, en el entendido de que la utilizo sólo con fines argumentativos).

Creo, en este sentido, que Ebrard es un político con más cerebro que corazón y cojones. Ciertamente le falta trasmitir pasión como sí lo hace López Obrador, quien es apreciado por una parte del electorado y aborrecido por otra. Pero lo que más le faltó a Marcelo este año son los arrestos para romper con el tabasqueño y decir “aquí estoy, estoy listo, yo soy el bueno, yo sí puedo ganar la elección a partir del buen gobierno que he hecho en el Distrito Federal”. Pero no: Ebrard más bien calculó los costos y beneficios de romper con AMLO y, supongo, como el saldo era negativo, decidió posponer el inevitable rompimiento para una mejor ocasión.

Quizá fue una decisión racional. No obstante, la política también se trata de arriesgar en ciertas ocasiones: de tener los cojones para aventarse una buena pelea. Hay que demostrar que se tienen los tamaños para desafiar al que parece un líder invencible. En 1990 tuve la oportunidad de ver de cerca cómo un grupo de parlamentarios conservadores se unieron para desafiar el liderazgo de Margaret Thatcher, quien en ese momento era nada menos que la primera ministra de Reino Unido. Aunque Maggie se veía imbatible, una combinación de algo de cerebro y muchos cojones permitió desbancarla y abrir el camino a una nueva generación de jóvenes del Partido Conservador.

Ejemplos como éste hay muchos. Tan sólo piénsese en cómo el propio AMLO rompió en su momento con Cuauhtémoc Cárdenas para quedarse con el liderazgo de la izquierda. En fin, el tema es que Ebrard, quizá privilegiando el cerebro, dejó pasar una oportunidad de oro para convertirse en la figura central de la izquierda y, quizá, ganar la Presidencia de la República.
 
2012-09-20 03:51:00
Leo Zuckermann
EXCELSIOR

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