jueves, 20 de octubre de 2011

Tal vez tenías razón


Tal vez tenías razón
/Germán Martínez Cázares / Reforma


"Contra la irracionalidad de la violencia...proponemos la irracionalidad del perdón". La frase nos da la bienvenida a nuestra mesa, desde donde escucharemos a Leonel Narváez, sacerdote colombiano que busca "sacar de las sacristías y del confesionario" el perdón y sembrarlo en México para todos.

Pero, ¿quién es ese cura Narváez para proponernos el perdón, precisamente a los mexicanos, dispuestos a la batalla -al menos de palabra-, cuando el clarín con su bélico acento nos convoque a lidiar con valor? ¿Qué manía le anima para creer en poner la otra mejilla a los asesinos? ¿En qué cabeza cabe esa cosa llamada "cultura política del perdón"? 

El sacerdote Leonel Narváez

El padre Narváez conoce el dolor infligido por el narcotráfico. Fue intermediario para promover la paz entre el gobierno de su país y la narcoguerrilla. Allí conoció al famoso líder de las FARC Manuel Marulanda Tirofijo, con quien intercambió palabras de afecto y abrazos.

Narváez es misionero de la orden Consolata, una congregación religiosa italiana inspirada en la Virgen de la Consolación. Ha gastado su vida en llevar ese bálsamo de consuelo a territorios de guerra. Kenya, Etiopía, el sur de Colombia. Ahora tocó a México. En Monterrey tiene tiempo de repartir alivio. Está convencido de que la política no es extensión de la guerra, es su negación. "La violencia genera miles de iniciativas de paz", asevera con optimismo.

El padre Leonel es un globalizador de esa indulgencia. Se preparó en la universidades de Cambridge y Harvard. Allí se doctoró al diseñar un plan para resolver conflictos sociales: sus Escuelas de Perdón y Reconciliación.

Precisamente en Harvard -nos contó-, fue compañero de una hija del ex vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney. Entabló con él una sólida amistad. Frecuentó su casa y conoció el Pentágono. Hace 10 años, cuando los terroristas derribaron las torres gemelas de Nueva York, Narváez mandó un correo electrónico al número dos del gobierno de Estados Unidos. Le dijo que los norteamericanos tenían la enorme oportunidad de darle una lección al mundo, quizá desde la tribuna de las Naciones Unidas, para responder al mal sin el mal, al crimen sin cometer otro crimen y evitar la guerra. "Tú estás loco", le respondió secamente el vicepresidente de George W. Bush.

"La violencia de un país es la suma de nuestras pequeñas violencias", sentenció. Mientras no se resuelvan las violencias domésticas, las de los centros laborales, las de las escuelas; esas intimidaciones del terrible cotidiano, difícilmente podemos aspirar a erradicar la violencia nacional. 


El narcotráfico, dice, efectivamente es un problema; pero el "gran problema" es la "narco-mentalidad", la "narco-conciencia"; esa cultura de ganar poder y dinero "mucho, rápido y como sea" enraizada en nuestra sociedad.

Los grandes capos "aprovechan la rabia de los pobres" para buscar desquite social. Recordó a René Girard, para quien la violencia es fruto de una imitación humana "derrotable" con el perdón. Romper esa venganza es reto de la sociedad y el Estado.

Precisamente por eso Narváez no detesta al Estado, ni abre un brecha entre la sociedad civil y sus gobiernos. Al contrario, llama a la participación política, a recuperar los espacios públicos. Cree en la "implacable" acción estatal contra el delito, pero también en la "favorabilidad jurídica" para faltas y delitos pequeños, y en la "empleabilidad" para quien no tiene trabajo. Convoca a una "educación para la no venganza" a fin de extirpar el resentimiento aprovechado por los criminales.

Entiende con Hannah Arendt que el perdón no es un recurso religioso, sino una virtud política. Es la "estética de la vida". Es "liberación del pasado". Y propone reconocerlo como derecho humano.

La Navidad pasada, el padre Leonel le mandó un mail a su amigo Dick Cheney para felicitarlo. El duro vicepresidente de Bush le contestó sorprendentemente; recordó aquello del perdón de hace 10 años y le confesó: "Tal vez tenías razón"... 

¿y en México qué esperamos?

Artículo publicado el 18 de Septiembre del 2011. Grupo Reforma.

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