14 diciembre, 2011
Cuando en junio de 1985 el gobernador de Guerrero, Rubén Figueroa ordenó impedir a como diera lugar el paso de una caravana de campesinos de la organización campesina de la sierra del Sur, los pistoleros hicieron caso de manera plena: pararon a balazos a los activistas. Después, para disimular y simular; les sembraron armas a los muertos.
Hubo 17 muertos y un epitafio murmurado por don Rubén:
–¿Eso querían, cabrones?
Ese hecho marcó el ascenso político de Ángel Aguirre Rivero quien subió al gobierno estatal y tapó en las investigaciones la responsabilidad de su ex jefe político, Don Rubén, hijo del otro Don.
Anteayer en la carretera del Sol, en las afueras de la capital Guerrerense varios piquetes de policías de diferentes corporaciones mostraron el rostro más rústico y poco profesional de las fuerzas de seguridad en el país: no pudieron levantar una barricada incendiaria en una gasolinería y la emprendieron a tiros contra los estudiantes revoltosos y todo, pero inermes –como se prueba con las dramáticas fotografías divulgadas ayer–, ante las fuerzas combinadas.
La narración del periodista guerrerense Sergio Ocampo nos lleva de nuevo a la matanza de 1985. Mientras ardía una bomba gasolinera en la estación carretera de servicio, alguien gritó como si el tiempo regresara:
-Órale, cabrones-
“… Trabajadores de la gasolinera Servicio Centro Comercial –dice Ocampo–, narraron que minutos antes del mediodía, los agentes federales intentaron desalojar a los normalistas, quienes repelieron a los policías lanzando piedras, cohetones y bombas molotov.
“En esos momentos, en la misma gasolinera, uno de los estudiantes de Ayotzinapa prendió fuego a una bomba despachadora de combustible; fue entonces cuando los federales realizaron disparos al aire.
“A unos 50 metros de distancia, en el puente del río Huacapa, cerca de la tienda Liverpool, estaban apostados decenas de policías estatales, encabezados por el general Arreola.
“Varios elementos policiacos vestían de civil.
“Órale cabrones”, los arengó el subsecretario de Seguridad para que enfrentaran a los normalistas. Varios agentes accionaron sus armas”.
Y como suele suceder en estos casos Aguirre se esconde. Emite este ridículo boletín de prensa y echa por enfrente a los funcionarios menores:
“En conferencia de prensa, el vocero del gobierno del estado Arturo Martínez Núñez, lamentó los hechos de ayer lunes en los que perdieron la vida dos personas y advirtió que se investigará a fondo este acontecimiento y se sancionará con todo el peso de la ley a los responsables.
“Acompañado del secretario de Seguridad Pública, Ramón Almonte Borja; del procurador, Alberto López Rosas y del director de Gobernación, Moisés Alcaraz Jiménez, el vocero estatal reiteró que en la actual administración ha prevalecido una amplia voluntad de diálogo para lograr acuerdos y dar solución a la problemática que han planteado los integrantes de la base estudiantil de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Tixtla.
“Prueba de ello, es que en un hecho sin precedentes, el gobernador Ángel Aguirre Rivero visitó el día 26 septiembre el plantel normalista, donde convivió con los estudiantes de la institución y de igual manera los ha recibido tanto en el palacio de gobierno, como en la residencia oficial Casa Guerrero”.
Como se ve para Don Ángel, rodeado de seguro por la numerosa parentela incrustada en sus nóminas, después de convivir con los estudiantes se les manda a “conmorir”.
AGUASCALIENTES
Pero no todo son Aguas Blancas y sus evocaciones como método de gobierno. Tan simple como es sacar los portafolios y ver cómo llega después la respuesta. Si Ángel no sabe cómo les podría preguntar a los “antorchistas” dueños otra vez de la avenida Bucareli. En fin.
En Aguascalientes, mañana, la presidenta municipal, Lorena Martínez, presentará su informe de actividades en paz y calma. Obras, servicios y seguridad en una mancuerna política con el gobernador Carlos Lozano, cuya eficacia permite a los habitantes de esa ciudad contrastar a los actuales con desplazados gobiernos panistas.
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