domingo, 30 de septiembre de 2012

El poder de Angélica Rivera

Qué cosa tan más impresionante el éxito de Angélica Rivera durante la gira que Enrique Peña Nieto acaba de hacer por diferentes puntos de América Latina.


Porque una cosa es que la futura primera dama de un país acompañe al presidente electo a un viaje, y medio se tome fotos a su lado, y medio salude a las esposas de los otros políticos. Y otra, muy distinta, que la prensa se vuelque sobre ella, que las revistas del corazón se peleen sus fotografías, que las multitudes la aclamen y que las primeras damas le den la mano, pero no como compañeras, como fanáticas.

Y no le decían señora, y no la llamaban por su nombre. Le decían Gaviota, como su personaje de Destilando amor, y le hablaban con confianza, con la confianza que se le tiene a alguien que ha entrado a nuestras casas no una vez, muchas veces, durante años.

Angélica Rivera va a ser la primera dama de México pero no llega de la nada, no tiene que hacer méritos, ya es alguien y no solo para las grandes personalidades del universo político, es alguien para todos, comenzando por el pueblo, por los pueblos.

Jamás en la historia de México habíamos tenido una figura femenina tan importante al lado de un presidente electo. ¡Jamás!

¿Cuánto tiempo no le costó a Margarita Zavala que la gente la conociera? ¿Cuánto tiempo no tuvo que invertir Martha Sahagún en su construcción como figura pública?

Bueno, ¿qué pasaba antes con las primeras damas del PRI? Hay toda clase de historias alrededor de ellas pero ninguna de popularidad, de este tipo de conexión emocional.

A lo mejor la protagonista de La dueña no tiene los títulos académicos que tienen muchas de las esposas de los presidentes, pero no le hacen falta.

La señora tiene ya un poder monumental y cualquier cosa que diga o que haga es noticia.
Probablemente usted, como muchas personas, desprecia el universo del espectáculo y más el de las telenovelas. No lo culpo, la gente de estas industrias se ha preocupado de todo menos de inyectarles prestigio.

Pero se trata de dos de las fuerzas más potentes del planeta, de algo en lo que nos tenemos que concentrar si queremos entender el presente y el futuro de nuestra nación.

Yo nada más le voy a dar un dato que me marcó para siempre. En los años 90, justo cuando Televisa vivía su gran época de oro bajo el mando de Emilio Azcárraga Milmo, se me ocurrió hablar con un muy alto ejecutivo.

Y le pregunté, a raíz de diferentes producciones que se estaban haciendo en aquellos años, por qué Televisa no hacía más telenovelas protagonizadas por hombres.

A la gente le gustaban, las mujeres reaccionaban fascinadas, los señores, también. ¿Por qué?
¿Sabe lo que me respondió? Que no lo hacían porque era peligroso, porque si comenzaban a darle por ahí era muy probable que esos actores adquirieran poder político e, incluso, que alguno de ellos se pudiera convertir en presidente de México?

Y remató diciendo: imagínate que Verónica Castro quisiera ser candidata a la Presidencia de la República. ¡Ganaría! Nadie se fija en ella porque es mujer, pero si fuera hombre, ya estaría en Los Pinos.

¡Cuánta razón tenía este señor al que tanto le aprendí! ¡Y cómo han cambiado las cosas desde entonces!

Ahora la mujer tiene otra posición. Las telenovelas, también. Y Angélica Rivera, una estrella de la televisión, va a ser nuestra primera dama.

Y ni hablemos del fenómeno de las esposas de los primeros mandatarios a nivel mundial. Aquí está pasando algo que tiene qué ver con sentimientos, con belleza, con pasiones.

Yo me la pasé con la boca abierta leyendo los reportes de la participación de Angélica Rivera durante la gira de Enrique Peña Nieto.

No eran normales, eran extraordinarios y, lo más interesante, la señora jamás perdió la perspectiva de lo que van a ser sus funciones y jamás perdió el estilo.

¿O usted escuchó alguna queja, algún comentario de mal gusto o vio alguna fotografía impropia en alguna revista sensacionalista? ¡Para nada!

Si Angélica Rivera se cuida, se podría llegar a convertir en una personalidad tan poderosa y carismática como Eva Perón. Tiene todos los elementos.

La cosa es que los aproveche y, sobre todo, que los utilice para hacer el bien.

México necesita muchas cosas, pero también necesita figuras públicas que le den sustento emocional. ¿O usted qué opina?

Ojo por ojoÁlvaro Cueva

MILENIO

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario