jueves, 1 de septiembre de 2011

Salidas del casino tenían candados

El rescate de las víctimas del ataque al Casino Royale, hace una semana, se complicó debido a que las puertas del inmueble estaban cerradas con candado, según el testimonio de Jesús Gerardo Ávila, integrante del Cuerpo de Bomberos de Monterrey.
EL UNIVERSAL
01/09/2011


Arroparlo y quitarle los zapatos fue lo único que se le ocurrió a Marisol Puente al entrar al cuarto de su hijo, un joven de 20 años aspirante a bombero.
Esa noche, tras 24 horas de trabajo continuo, Jesús Gerardo no quiso cenar, solo dormir; caer como fuera sobre su cama, cerrar los ojos y con eso poner una pausa, para intentar olvidar lo que describe como “el mayor infierno que jamás vivió”. No era la primera vez que rescataba un cuerpo sin vida, pero —dice— nunca antes había visto tanta tragedia a su alrededor.

Ese 24 de agosto, las puertas de emergencia del Casino Royal, cerradas con candado, le impidieron cumplir con su labor de rescatista. Los cuerpos inertes detrás de las puertas y la falta de rotomartillos agravó la situación. Ante el desgaste y el cansancio físico, este joven cayó primero intoxicado y después desmayado entre las escaleras del lugar.

“Fuimos la primera unidad que entró al casino, a las cuatro de la tarde. Alcancé a poner una escalera para que tres personas que estaban en la azotea lograran bajar. Dos jóvenes de unos 30 años, y una señora mayor. Algo me decían, pero no alcancé a escucharlos. Se veían aterrados.

Subimos al segundo piso. Hallamos varios cuerpos inertes. Muchas personas subieron al segundo piso pensando que el ataque era una balacera, e intentaron refugiarse en este lugar.

Comencé a marearme, pregunté a uno de mis compañeros qué debía hacer: si respirar por la boca o por la nariz, luego sentí como mi estómago se revolvía, y ya no escuché su respuesta”.

Jesús Gerardo asegura que pudo haber fallecido ahí en el suelo, pero uno de sus compañeros tropezó con él, y percibió que se trataba de un bombero. El abundante humo les impedía ver. Finalmente, entre tres compañeros lograron sacar a Jesús del lugar y subirlo a una ambulancia. Hoy Jesús Gerardo se siente en deuda con esos compañeros que lo rescataron.

Mientras tanto, Marisol Puente, madre de Jesús, veía las noticias por televisión. Su esposo, Gerardo Ávila, también bombero, atacaba el incendio en el mismo sitio de Monterrey. Ambos, padre e hijo estaban en el mismo lugar sin ninguno de los dos saberlo. Ellos, solo cumplían con su deber, aseguran.

En la televisión decían que un bombero estaba intoxicado. Trasmitieron las imágenes y fue en ese momento que Marisol reconoció a su hijo. Llamó a la estación de bomberos, pidió hablar con Jesús Gerardo y al no lograrlo, localizó a su esposo. Gerardo Ávila, de 40 años, supo entonces, que su hijo estaba intoxicado y en camilla. Lo procuró como pudo en medio del incendio que a cada momento los superaba más.

Al encontrarlo alcanzó a decirle (en la camilla) que tuviera más cuidado, que no debía haber ingresado al lugar, y que en ningún momento debió quitarse el equipo de rescatista. Su hijo asegura en entrevista que no olvidará esas palabras que vienen del hombre a quien más respeta.

Gerardo Ávila agrega a su vez, que a lo largo de más de 20 años como rescatista jamás había estado ante tal aberrante acto de terror. Pide a su hijo que piense en la posibilidad de abandonar su labor como bombero y rescatista, pues teme por su seguridad.

Jesús Gerardo, contrario a lo que opina su padre, dice que como él continuará prestando sus servicios como bombero. Por ahora ha decidido dejar atrás su carrera como ingeniero industrial.

A México lo describe como un país sin control, como el fuego cuando se expande, toma fuerza, devasta, lo destruye todo, con una violencia que avanza sin freno y arrasa.

“Siento lástima por mi país”, concluye.
 
Fuente: http://planoinformativo.com/sanluis/id/152581/t/salidas-del-casino-tenian-candados

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