lunes, 23 de enero de 2012

La sucesión presidencial, según Gustavo Madero

Al dirigente nacional del PAN le ha tocado convertirse en una versión siglo XXI de su tío abuelo

Su evidente incapacidad para manejar la elección del candidato presidencial panista ha convertido en vía crucis la postulación

 

Hay un juego un tanto macabro que los descendientes del “Apóstol de la Democracia” repiten, año con año, en las fiestas patrias, de septiembre. Aprovechando el parecido con don Francisco Indalecio, su tío abuelo, Gustavo Madero se disfraza conforme al retrato más conocido de uno de nuestros grandes héroes; no le falta ni siquiera la banda presidencial. Se parecen como una gota de agua a otra; no hay forma de identificar cuál es uno y cuál el otro.
No conoceríamos el juego de no ser por la oportuna publicación, en el periódico Reforma, en ocasión del Centenario de la Revolución Mexicana, de la famosa fotografía de Gustavo disfrazado como su tío.

“Es solo un juego familiar”, me dijo el senador por Chihuahua una noche que llegaba a un restaurante cuando buscaba el liderazgo nacional del PAN.
Cosas de la vida; a Gustavo le ha tocado convertirse en una versión siglo XXI de su tío abuelo, pero en sentido contrario, lo que ya resulta una paradoja dolorosa. Peor aún, su evidente incapacidad para manejar la elección del candidato presidencial panista ha convertido en vía crucis la postulación de Ernesto Cordero, como parece ser la misión que le fue encomendada.
Y, como si fuera poco, el 5 de febrero, en que se realizará la primera vuelta electoral panista, podría iniciar su muy personal Decena Trágica si no encuentra la manera de conciliar la postulación de Cordero con la premisa fundamental de evitar que el Presidente Felipe Calderón pase a la historia como antidemócrata y Ernesto como la primera imposición en el PAN sobre la decisión de militantes y adherentes.

MÁRTIR Y APÓSTOL

A principios del siglo pasado, Panchito Madero (como lo llamaban sus contemporáneos por su talante de hombre bueno, bueno) se afanaba, noche a noche, en mover los dedos sobre la ouija en busca de respuestas. De regreso de París, en donde se aficionó al espiritismo, ya había alcanzado el nivel de medium escribiente y anotaba, febrilmente, los dictados de un tío, un hermano y hasta de Benito Juárez. Fruto de aquellas comunicaciones desde el más allá, del inframundo, de la cuarta dimensión, del ciberespacio o de donde moren los espíritus, fue un libro que los historiadores identifican como el detonante de una nueva era, la primera Revolución que dejó a México sin don Porfirio Díaz.
“La sucesión presidencial” conmovió al país y lanzó a don Francisco a una lucha que lo llevó a la muerte, asesinado por Victoriano Huerta. Paradojas del destino o del karma, dirían Alan Kardec y Madame Blavastky, la sangre del “Apóstol de la Democracia” alimentó el nacimiento de lo que ahora llamamos PRI, vía el impensable talento de uno de los sonorenses, Plutarco Elías Calles (espiritista también, él regreso del exilio impuesto por el general Cárdenas), que con el pretexto del magnicidio encabezó con Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Pancho Villa, y otros, la segunda Revolución.
La sucesión presidencial, no como tema editorial, sino como la madre de todas las guerras electorales al inicio de la segunda década del siglo XXI, tiene de protagonista a Maderito (como gustan llamar de manera peroyativa, sus correligionarios, a Gustavo), pero, ironías de la vida y del karma, corre el riesgo de terminar, como Panchito, en sentido contrario: mártir no porque pudiera caer acribillado por las balas de un usurpador, sino por el escándalo en que quedará atrapado, y apóstol también, pero de la antidemocracia, por lo menos hacia el interior del partido que preside.
Gustavo Madero encabeza el más controvertido de los procesos panistas para elegir candidato a la Presidencia de la República. El activismo de Josefina Vázquez Mota y la renuencia de Santiago Creel a retirarse de la competencia han construido la percepción generalizada del cocinamiento, en el PAN, de un desvergonzado fraude para imponer la candidatura de Ernesto Cordero, el supuesto favorito del Presidente Calderón.
El episodio, si continúa fuera del control de Madero, equivaldría a repetir los peores excesos del viejo régimen priísta, algo impensable en el PAN anterior al 2000 y en el del 2012, dada la trayectoria de Calderón.
Por las razones que se quiera, quizás porque Cordero se tardó en salir de la Secretaría de Hacienda por temor a abandonar a un piloto no avezado en los misterios de la economía durante la difíciles momentos de la aprobación, en la Cámara de Diputados, del presupuesto para el 2012; porque Vázquez Mota descubrió que sólo podía conquistar la candidatura ofreciéndose, mediáticamente, como la versión femenina del Calderón del 2006, es decir, “la hija desobediente” dispuesta a desafiar la presumible imposición presidencial; porque Creel cobra viejos agravios de quien lo apabulló, en 2005, exhibiéndolo como candidato oficial de Vicente Fox y después, bajo presión de las televisoras, le arrebató la coordinación de la bancada panista en el Senado, o porque sólo busca vender más cara su derrota, lo cierto es que si en verdad existe candidato oficial, Madero no encuentra la manera de sacarlo del sótano de las encuestas para obsequiar los supuestos deseos de su Jefe sin evitar la sospecha de una imposición.

EL COPILOTO

Desde el inicio de la contienda, mucho antes de levantarse de su asiento de copiloto del avión llamado México, cuando ya Josefina y Santiago andaban en plena campaña, Ernesto navegaba, con o sin instrumentos, en el fondo de las encuestas. Durante un tiempo se defendió alegando que las encuestadoras erraban porque sondeaban a la población en general ante la imposibilidad de bucear en el padrón de militantes y adherentes del PAN, quienes, al final, elegirán al candidato. Las empresas lo hicieron con militantes y adherentes, y el resultado no cambió. Los números siguen favoreciendo a Vázquez Mota, que actúa como lo que es, vendedora insuperable de su imagen, una especie de Juana de Arco destinada al sacrificio por su propio rey.
El siguiente paso fue refugiarse en la recolección de firmas. Para la historia quedan gobernadores, como el de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, cargando cajas repletas de papeles firmados en apoyo a Cordero, pero he aquí que, a la ahora de contarlos, Josefina recopiló más, pocos miles, pero más.

Luego, alguien sacó de su chistera la llamada “elección indicativa”; la paternidad se adjudica a Juan Molinar Horcasitas o al secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, pero lo importante es que tendría la virtud de eliminar de la contienda a Santiago Creel para dejarla en pelea de únicamente dos, situación que, conforme a los estrategas, favorecería a Cordero.
Los corderistas llegaron optimistas a la reunión del Consejo Político panista. Según sus cuentas, de los 40 votos, Josefina y Santiago sólo tenían ocho, pero, antes de cumplirse 60 minutos de la histórica jornada, la “elección indicativa” fue arrojada al bote de la basura porque 10 consejeros, al menos, se opusieron. Madero prefirió ceder antes que provocar un escándalo mayúsculo. No era aconsejable poner en marcha un proceso no previsto, con la oposición del 25 por ciento de los consejeros.

Luego vendría el debate, un evento infumable debido a la estrategia de Vázquez Mota y Creel de mantener cerrada la boca para no tragar los anzuelos lanzados por Cordero, pero de haber caído en la provocación nada habría pasado. Con poca fortuna, Ernesto los comparó con dos pasajeros concretados a abrocharse los cinturones mientras él actuaba de copiloto de Calderón volando el avión llamado México en un cielo tormentoso; además, reclamó a la diputada no haber usado la tribuna de la Cámara Baja para defender las políticas del Presidente.
Símil desafortunado porque él sólo fue copiloto durante 24 meses, y no precisamente durante las tormentas del IVA disfrazado de 2 por ciento para combatir la pobreza y de las peleas a favor o en contra de incrementar el IVA en uno por ciento. Estas tocaron al copiloto Agustín Carstens. Cordero fue un pasajero sui géneris que dispuso de una bolsa inagotable para repartir entre los pobres, mismos que, conforme a la otra pasajera que también pasó por ese asiento cuando el piloto era Vicente Fox, Ernesto incrementó en número.
De hecho, el anterior copiloto, Carstens, gestionaba el 2 por ciento del falso IVA para forrar a Cordero con más billetes, mientras Josefina padecía a la profesora Elba Esther Gordillo y Santiago ayudaba, en el Senado, a que Calderón pudiera tomar el timón del avión y resistía, en el Senado, la alianza entablada entre Manlio Fabio Beltrones y Carlos Navarrete, que hacían lo que querían con las iniciativas del capitán de la nave.
¿Resultado del debate? Nadie ganó, porque no lo hubo, y Ernesto continúa en el fondo de las encuestas a población abierta, pero también en las consultas a militantes y adherentes, mientras Josefina se mantiene a la cabeza, muy lejos del segundo lugar y, aún más, del tercero, convertida en una verdadera pesadilla que vende muy bien su condición de víctima del supuesto complot.

LA FORTALEZA DE CORDERO

A pesar de sus reiteradas descalificaciones a las encuestas, Cordero no ha conseguido vender su verdadera fortaleza, la estructura partidista unida a la operación gubernamental, que en buen romance significa que, el 5 de febrero próximo, los operadores derrotarán a las encuestas, a condición de que la movilización de electores no sea encargada a Madero.
El verdadero problema consiste en borrar de la opinión pública y de la mente de los panistas que, en su mayoría, según las encuestas, apoyan a Josefina y Santiago, su candidatura no es imposición del Presidente al más viejo estilo priísta, sino resultado de un impecable proceso democrático.
Y el protagonista de ese espectáculo, que conmoverá al país y ofrecerá armas a los candidatos del PRI y de las izquierdas, así como a la opinión publicada y a los despiadados usuarios del Twitter, es Gustavo Madero, que no ha logrado convencer a Creel de bajarse del caballo y a Vázquez Mota de manejarse como víctima de una supuesta conspiración planeada y operada desde Los Pinos.
Doloroso vía crucis el de Gustavo Madero, que lo conducirá, irremediablemente, al martirio el 5 de febrero próximo.

Autor: Juan Bustillos


No hay comentarios:

Publicar un comentario