martes, 11 de septiembre de 2012

Consecuencias de la separación de AMLO

De lo que no hay duda es que López Obrador, fiel a su estilo, ha hecho de nuevo una apuesta arriesgada con tal de mantenerse como el líder indiscutible de la izquierda mexicana.

 
 
Nadie creyó que López Obrador se iba a ir a La Chingada, el nombre de su rancho, si perdía la elección, tal como se lo dijo a un grupo de empresarios. Lo suyo es la política y, sin ella, se muere de aburrimiento. Además, como buen político que es, quiere aprovechar la fuerza que le dieron los casi 16 millones de votos que sacó en la pasada elección. En este sentido, quiere seguir siendo el líder indiscutible de la izquierda mexicana.

Para este propósito, fiel a su estilo, ha doblado las apuestas. En lugar de continuar con el statu quo, lo ha sacudido con una jugada arriesgada. Ha anunciado que se separa de los tres partidos que lo lanzaron como candidato presidencial en 2006 y 2012. Que ahora se concentrará en consolidar y fortalecer su movimiento social, Morena, para quizá convertirlo en partido político. Esta decisión tendrá consecuencias importantes para todos los grupos que hoy conforman el conglomerado de personalidades y grupos de izquierda.

Para empezar están los dos partidos chicos: el PT y MC. Potencialmente son los que tienen más que perder con la decisión de AMLO. Para ellos, el tabasqueño ha sido tabla de salvación. Gracias a él han mantenido su registro oficial, logrado presencia en el Congreso y obtenido financiamiento público. Corren el riesgo de desaparecer como partidos sin López Obrador debajo de sus emblemas en las boletas. Por eso, continúe Morena como movimiento social o se convierta en partido, el PT y MC tratarán de continuar siendo las rémoras del lopezobradorismo. Tratarán de cachar algunas sobritas de votos si AMLO se los permite. De lo contrario, buscarán aliarse con otros partidos; quizá con el PRD o incluso con el PRI, como lo han hecho en el pasado.

La separación de AMLO es particularmente dolorosa para el PRD. Era el partido en el que militaba. Incluso fue su dirigente nacional. Pero a últimas fechas López Obrador no se llevaba nada bien con la oligarquía partidista controlada por Nueva Izquierda. Para los llamados Chuchos, AMLO era un dolor de muelas, y viceversa. Al parecer era inevitable la separación.

Pero el PRD es más que Los Chuchos. Son muchas las tribus que ahí hacen política. Está, por ejemplo, el grupo que comanda René Bejarano, quizás el más cercano a AMLO. No obstante, esta facción logró a últimas épocas un acomodo con Nueva Izquierda para repartirse las principales candidaturas y puestos partidistas. De esta forma, bejaranistas y chuchistas son los que hoy parten el pastel en el partido y dejaron a un lado a las otras facciones incluida la que lidera Marcelo Ebrard, que no ha podido despuntar. ¿Qué harán el jefe de Gobierno capitalino y su sucesor, Miguel Ángel Mancera, ahora que AMLO se ha separado del PRD? ¿Podrán desafiar más fácilmente a bejaranistas y chuchistas para quedarse con el liderazgo de este partido?

Desde antes de la elección de julio, varios líderes de la izquierda traían la idea de formar un “partido-frente” a la uruguaya que aglutinara a todas las diversas fuerzas izquierdistas: desde los radicales hasta los más moderados, a todos, a las múltiples tribus del PRD, el PT, MC, Morena, sindicatos, como el SME o la disidencia magisterial, el movimiento #YoSoy132, etcétera. Ya veremos si es posible hacerlo porque suena bien en teoría, pero el asunto se puede complicar, y mucho, en la práctica, es decir, cuando se repartan las candidaturas, puestos partidistas y prebendas político-económicas.

Este año comenzó con la unión de la izquierda que fue factor clave para venir de atrás y lograr un buen resultado electoral. Se sentaron juntos en la competencia política y ganaron muchas fichas. Este año termina, sin embargo, con la separación de la izquierda y la repartición de las ganancias. Cada uno de los grupos, incluido el de AMLO, se lleva su tajada: tanto para el PRD, tanto para el PT y MC, y tanto para Morena. La pregunta es si a partir del año que entra podrán volver a sentarse juntos en las elecciones que vienen o si la separación anunciada eventualmente terminará en divorcio. De lo que no hay duda es que López Obrador, fiel a su estilo, ha hecho de nuevo una apuesta arriesgada con tal de mantenerse como el líder indiscutible de la izquierda mexicana.
 
2012-09-11 02:56:00
Leo Zuckermann
EXCELSIOR

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