sábado, 6 de octubre de 2012

El PRI de centro izquierda

Aún a la mitad del camino, la reforma laboral avalada por la mayoría PRI-PAN-Verde Ecologista en San Lázaro mostró ya alcances y limitaciones de las principales fuerzas políticas en la antesala de la segunda alternancia.

 
Atestiguamos un priismo maniatado por sus feudos sindicales, pero con una vocación de poder innegable, que sin inhibiciones ejercen sus disímbolos operadores en el cabildeo legislativo.
 
De ello dio muestra, en la Cámara de Diputados, el presidente de la Mesa Directiva, Jesús Murillo Karam, quien no se dejó apabullar por la toma de la tribuna.
 
Y qué decir del oficio del presidente de la Comisión del Trabajo y Previsión Social, el legislador y secretario general adjunto de la CTM, Carlos Aceves del Olmo, a quien en ningún momento se le fue de las manos el proceso de preparación del dictamen, aprobado hace una semana.
 
Sí, los priistas ya están haciendo valer los 19 millones de votos que le dieron el triunfo a Enrique Peña Nieto.
 
En el caso del PAN, observamos un partido que, a punto de volver a la oposición, defiende la estrategia diseñada por el presidente Felipe Calderón, quien decidió estrenar la reforma política que incorporó nuevas facultades para el poder ejecutivo con las iniciativas preferentes, la de transparencia en las finanzas estatales para el Senado y la reforma laboral turnada a la Cámara.
 
Esta inédita coyuntura ha sido una plataforma benéfica para los panistas, colocándolos antes del relevo presidencial, como la principal fuerza interlocutora del futuro gobierno.
 
De manera que, por la vía de los hechos, los parlamentarios blanquiazules adquieren relevancia en la escena pública, capitalizando los 13 millones de votantes del PAN.
 
Y mientras Ernesto Codero, Javier Lozano, Roberto Gil, Juan Bueno, Luis Alberto Villarreal y Jorge Villalobos trabajan en el Congreso a favor de la agenda calderonista, su partido intenta afrontar la crisis de la derrota electoral.
 
En contraste, a pesar de sus 16 millones de votos, los perredistas dejaron pasar el primer tiempo del proceso legislativo de la reforma laboral —ahora se encuentra para su revisión en el Senado— sin enviar un mensaje de cambio a la sociedad.
 
Por supuesto que algunos de sus legisladores construyeron alternativas que modificaron la iniciativa presidencial, particularmente las mujeres, que como Malú Micher y Elena Tapia empujaron el enfoque de género.
 
Al final, sin embargo, lo que trascendió fue la toma de la tribuna por parte de los radicales, afines a René Bejarano.
 
Si bien el coordinador de los diputados del PRD, Silvano Aureoles, se deslindó de inmediato del zafarrancho, la escena de unas violentas diputadas intentando desconectar los micrófonos de la Mesa Directiva, confirmó el carácter de quimera del tránsito que su dirigencia ha prometido hacia una izquierda moderna.
 
Apenas ayer, asumiendo el daño de lo ocurrido en San Lázaro, la cúpula del PRD declaró haber resuelto no más tomas de tribuna para privilegiar el debate de la ley laboral.
 
Claridoso, a unas horas del Consejo Nacional que perfilará los pasos a seguir ya sin Andrés Manuel López Obrador, el presidente del partido, Jesús Zambrano, definió que éste necesita ubicarse en una posición de centro izquierda, abierto a sectores de la sociedad antes no escuchados.
 
La preocupación de la dirigencia perredista por redefinir su ubicación en la geometría política no es casual. Y va más allá del costo que podría generarle al PRD la salida de su ex candidato presidencial y la creación hacia 2014 de su propio partido.
 
Es el regreso del PRI, señores, el que ya estuvo 70 años en el poder.
 
Por eso, la formulación de una nueva Ley federal del Trabajo —y por lo tanto del papel del Estado frente a trabajadores, empresarios, inversionistas y autoridades— ha dejado al descubierto las definiciones ideológicas que, en la práctica, se imponen en cada partido.
 
Ricardo Monreal, dirigente del Movimiento Ciudadano y de Morena —la organización de AMLO que busca transformarse en partido—, repitió en tribuna una decena de veces que el PRI y el PAN eran traidores del pueblo y defensores del empresariado.
 
Los blanquiazules callaron. Los priistas en cambio se colocaron en medio de la disputa, en lo que parecería un intento por madrugarse a los reformistas del PRD.
 
Fue el coordinador en San Lázaro, Manlio Fabio Beltrones, quien pronunció el giro: “El PRI lo que trabajó fue el centro-izquierda, como siempre lo es ideológicamente, buscando conciliar intereses”.
 
Son las disputas ideológicas que vienen y que serán determinantes para la competencia política.
La tarea está pendiente en el PAN, después de seis años sin sana distancia y sometido a los dictados de Los Pinos.
 
Urgente, crucial, la redefinición ideológica marcará el futuro de la oposición ante el regreso del PRI y su capacidad de disputarle el poder.
 
Ivonne Melgar
2012-10-06 01:28:00
EXCELSIOR

No hay comentarios:

Publicar un comentario