martes, 3 de enero de 2012

OPINIÓN: Este año celebramos el 2016 y el fin del mundo no llegó

Roberto Marmolejo dice que hay un desfase en las fechas, y este año podría no ser el 2012
  
Si las fechas se corrigieran, estaríamos celebrando el 2016, no el 2012, dice el autor (EFE ).
Si las fechas se corrigieran, estaríamos celebrando el 2016, no el 2012, dice el autor (EFE ).
Lo más importante
  • Roberto Marmolejo Guarneros es editor adjunto de la revista Balance
  • El autor comenta que si los cálculos de Dionisio el Exiguo son correctos, deberíamos celebrar el 2016
  • Para que coincidan varios eventos mencionados por la Biblia, habría que cuadrar las fechas de distinta forma

 
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Festejos para recibir el 2012
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Nota del editor: No leyó mal, si el cálculo del año en que supuestamente nació Jesucristo se hubiera hecho correctamente, estaríamos por llegar al 2016 y no al 2012. Roberto Marmolejo Guarneros es editor adjunto de la revista Balance, de Grupo Expansión.

(CNNMéxico) — El uso de las siglas a. C. (antes de Cristo) o d. C. (después de Cristo) cuando nos referimos a fechas del pasado, lo entiende casi cualquier persona medianamente escolarizada. Pero, ¿quién decidió en qué año nació Jesús, si no hay apenas documentos históricos que avalen su paso por la Tierra?

Resulta que durante siglos, los años se contaron a partir de la supuesta fecha de la fundación de Roma. Por ejemplo, el año 100 d. C. era el 653 ab urbe condita (desde la fundación de la ciudad), y como los romanos eran los mandamases, su cuenta de los años se impuso en todo el mundo conocido.

Pero hay más: esta forma de contar los años continuó incluso después de que el imperio fuera solo un recuerdo.

En el siglo VI, un papa —Juan I— quiso saber en qué año había nacido el Redentor para poder calcular la Pascua anualmente, y le encargó a Dionisio el Exiguo, un matemático, monje y teólogo, que se dedicara a investigarlo. El buen monje puso manos a la obra: hizo cálculos y consultó las fuentes históricas de que disponía para poder precisarlo.

Dionisio llegó a la conclusión de que Jesús, llamado el Cristo, había nacido el 25 de diciembre del 753 ab urbe condita. El teólogo entregó los resultados de sus pesquisas al pontífice, pero había un error fatal en sus cálculos.

Si los evangelios decían verdad y Jesús había nacido bajo el reinado de Herodes el Grande (“Después de que hubo nacido Jesús en Belén de Judea, en los días del rey Herodes…” Mateo 2:1, traducción de Ernesto de la Peña), eso no podía ser exacto, porque ese rey había muerto en el 750 ab urbe condita.
Entonces, cuando menos había un desfase de cuatro años para hacer cuadrar las fechas del nacimiento del Mesías, la matanza de los inocentes y la desaparición del monarca… Y el error se quedó para siempre: el año 1 de la era cristiana quedó fijado en el 753 de la fundación de Roma.
Si hoy corrigiéramos el cálculo de Dionisio, estaríamos en el 2016 y el fin del mundo predicho por los mayas y tan cacareado en medios de comunicación hubiera tenido lugar hace cuatro años. Ya no estaríamos aquí, comentando el error de un monje de la Edad Media.

Y pues no, el mundo no se acabó en el 2012 como no terminó en 1914, como vaticinaban los Testigos de Jehová. Este es otro argumento contra la charlatanería y el fraude apocalíptico.
Y ahora que lo conocen, lo siento por los que viven de estas bobadas. Y por los crédulos que los siguen…

Por Roberto Marmolejo Guarneros
 



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