lunes, 23 de abril de 2012

Un “safari” por el barrio bravo de Tepito

Alfonso Hernández, cronista, 'hojalatero social', y director del Centro de Estudios Tepiteños asegura que "Tepito es más seguro que Polanco"

Baile en Tepito. Foto: Cuartoscuro

Tepito, barrio bravo. Este es el nombre y el apellido de uno de los suburbios del norte de la ciudad de México cuya fama de “barrio cabrón” ha trascendido más allá de las fronteras debido a la leyenda de sus boxeadores, la picardía de sus vecinos cuando ‘alburean’ y, sobre todo, por la adrenalina que se respira en las calles.”Tepito siempre ha sido un semillero de campeones… en la delincuencia, en el deporte, en los oficios y en el comercio”, explica en entrevista Alfonso Hernández, cronista, ‘hojalatero social’, y director del Centro de Estudios Tepiteños en cuyas instalaciones se organizan ‘safaris’ para que los turistas “adrenalinosos” visiten la zona. “La violencia en Tepito se ha convertido en un estigma; sin embargo, nosotros lo que pretendemos es imponer el carisma barrial frente al estereotipo de la delincuencia”, afirma Alfonso, quien frente a la leyenda negra del barrio –”se ha llegado a decir que aquí puedes comprar las bases de datos de los servicios de Inteligencia”- denuncia la inoperancia de las autoridades, así como la corrupción policial y la piratería como los grandes males que golpean a Tepito. “Aquí con quien hay que tener cuidado es con la policía; son rateros con placa. Tienen permiso para robar”.

Usted es cronista del barrio de Tepito. ¿Pero, qué es eso de ‘hojalatero social’?
Lo de hojalatero social lo inventé porque muchas universidades exigen que quien da una conferencia tenga un título académico. Entonces, yo dije ‘voy a tomar un oficio del barrio’ y explicar lo que hago. Por eso inventé lo de ‘hojalatero social’, como reivindicación de la talacha callejera.

Oiga, a mucha gente le comento lo de ‘centro de estudios tepiteños’ y piensan que estoy de broma…
(Risas) Nosotros en el centro de estudios tepiteños nos dedicamos a varias actividades enfocadas a la defensa del barrio frente al urbanismo depredador y la ‘fayuca’ cultural, ese es nuestro principal cometido ya que la constante de Tepito a lo largo de la historia es que siempre ha sido un barrio de resistencia. Entonces, en 1984 decidimos ‘inventar’ este espacio donde recopilamos toda la historia del barrio desde la época prehispánica hasta nuestros días, lo cual nos ha llevado a hallazgos impresionantes y a valorar muchos lugares y espacios de Tepito que no están registrados en la historia oficial.

¿Cuándo surge Tepito en la Historia?
Todo comenzó con el descubrimiento del ‘Lienzo de Tlaxcala’, en el cual Hernán Cortés contrató a tlacuilos tlaxcaltecas para que pictografiaran todo el proceso de la conquista. En ese lienzo hay láminas, las 47 y 48, dedicadas a Tepito. Además, hay que señalar que Tepito era un barrio que pertenecía a Tlatelolco, la ciudad que se reveló contra su gemela Tenochtitlan, convirtiéndose así en un bastión de la resistencia.

De ahí, precisamente, esa constante de barrio resistente…
Así es. Esta constante viene desde cuando Cuauhtémoc, (por cierto, aquí está la placa que atestigua que fue hecho prisionero en Tepito), antes de deponer las armas dio un mandato que se conoce como ‘la Ordenanza del señor Cuauhtémoc’, en el que ordena a los mexicanos a ‘seguir luchando en el amparo de nuestro destino’ hasta el final.

Y claro, de ahí también lo del famoso ‘barrio bravo’…
Muchas personas lo relacionan con que Tepito siempre ha sido un semillero de campeones… en la delincuencia, en el deporte, en los oficios, en el comercio… Una de las referencias más antiguas que tenemos de Tepito como barrio bravo es en 1891 en la novela ‘Los bandidos de Río Frío’. En esa obra un personaje que está trabajando en la Aduana de Peralvillo mira hacia un caserío miserable donde él se pregunta cómo pueden vivir ahí seres humanos y a dónde no se atreve entrar porque el barrio tiene fama de que los lugareños amenazan con una daga a la mínima provocación a los extranjeros, a los gendarmes… o a los mismos diablos.
Otra referencia que explica el porqué de la ‘bravura’ de Tepito tiene lugar en 1847, cuando los rangers estaban en la Plaza Mayor de México durante la ocupación yanqui, y las barriadas de Tepito, la Lagunilla, Peralvillo, la Merced, la Candelaria, y la de los Patos, fueron las únicas en resistir la invasión. Es decir, mientras que todos los que vivían en el centro de la ciudad pusieron las banderas españolas, inglesas, etcétera, para proteger sus hogares, la plebe de estas barriadas salió a la calle para enfrentar a los estadounidenses. Y mucho antes, está la referencia de la que platicábamos de Cuauhtémoc, cuando manda a los mexicanos a seguir resistiendo. De ahí que, por todos estos acontecimientos, el nombre de Tepito siempre vaya acompañado del apellido ‘Bravo’: porque siempre ha defendido el espacio, la forma de vida, el trabajo, y el deporte en este barrio. Aunque ahora el gobierno tiene cerrado los centros deportivos y por eso los gimnasios se encuentren en condiciones tan precarias.

Pero si Tepito ha destacado en la historia por sus campeones de boxeo… ¿por qué cerraría el gobierno los centros deportivos?
Porque no quiere que Tepito vuelva a ser semillero de campeones; porque Tepito cuando se la rifa recrea su fama de barrio bravo. Aunque, eso sí, tampoco nos ponemos de tiro al blanco: en este barrio estamos quietos como un resorte, pero listos como cerillos.

Oiga, pero una cosa es ser un barrio bravo y otra distinta ser un barrio peligroso…
Bueno, precisamente por este motivo el centro de estudios tepiteños organiza ‘safaris’ por la zona (les llamamos safaris porque los turistas vienen muy ‘adrenalinosos’) para mostrar a la gente que es más peligroso Polanco que Tepito. Sin embargo, lo que pasa aquí, en este perímetro de 48 manzanas con cincuenta mil habitantes, espanta más por el nombre que lo que pasa, por ejemplo, en Iztapalapa que es la delegación más grande del Distrito Federal con dos millones de habitantes. Y es cierto que hubo un tiempo en el que a los propios pobladores de aquí nos dio por recrear el mito de barrio cabrón, pero ahora se ha convertido en un estigma que tiene señalada la zona; un estigma recreado por los medios de comunicación y el gobierno para especular inmobiliariamente con ella. Pero nosotros no nos afrentamos por esto; lo que pretendemos es imponer el carisma barrial por encima del estigma de la inseguridad, para superar los estereotipos. Nosotros, lo que mostramos son los anti-estereotipos.

Pero no me negará que en Tepito hay delincuencia, narco-menudeo, piratería, pornografía de todo tipo…
Bueno, yo hablaría más que nada de la piratería, la cual nos ha creado más problemas que beneficios. ¿Por qué? Porque ha empobrecido al mercado de Tepito; las ganancias son en centavos. Pero dígame una cosa: ¿quién fomenta la piratería? La sociedad del espectáculo, para que el pueblo deje de ser pueblo y se convierta en público consumidor de sus artistas, eventos y programación. Y una vez que captó a ese nicho comercial, la siguiente fase es la pornografía. Es el snuff, es la violencia.

Sí, pero además de pornografía se dice que en Tepito uno puede encontrar… de todo.
(Risas) Sí, de Tepito se han dicho muchas cosas. Incluso se ha llegado a decir que aquí puede comprarse las bases de datos de los servicios de inteligencia del gobierno; o que Tepito surte a todos los cárteles de la droga mexicanos. Mire, todo es parte de la leyenda negra de este barrio. Aunque déjeme decirle que preferimos la leyenda negra a la amarilla.

De acuerdo, leyenda negra. Pero, todas esas patrullas de Policía dando rondines no parecen una leyenda ni un mito urbano…
Claro, ahí están. Pero, como le decía, preferimos esa leyenda negra al amarillismo policiaco. En estos momentos Tepito es el único barrio vivo que hay en el centro de la ciudad, y por ello hay que pegarle. ¿Y cómo le pegamos? Con cincuenta cámaras de vigilancia, con operativos nocturnos, cerrando sus centros deportivos para que no vuelva a ser semillero de campeones… Por ello, invierten todo lo necesario en la economía de la vigilancia para demostrar que no hay que ir a comprar a este barrio. ¿Pero qué pasa? Que Tepito sigue siendo el ropero de los pobres. Nosotros defendemos la economía informal frente a la economía criminal.

Disculpe que le insista. ¿Pero qué hay de la delincuencia y el narco-menudeo?
Mire, si hay narco-menudeo y si hay crimen organizado dentro de Tepito es por la corrupción policiaca. Porque así como saben dónde pueden localizar a cualquier persona, saben dónde se vende todo esto. Entonces, ¿para qué se hacen pendejos? Todo esto forma parte de la economía de la vigilancia, para meter miedo a la gente y desprestigiar el barrio.

No obstante, la propia gente de aquí recomienda tomar precauciones cuando paseas por la calle…
Claro, en Tepito los abuelos nos enseñan a traer siempre ‘en chinga’ a nuestro ángel de la guardia. Es decir, nuestro ángel nos dice ‘abusado y no hagas pendejadas’, ‘cuidado por acá, cuidado por allá, ojo con la policía…’

Me llama la atención su fijación con la Policía…
(Risas) Conozco muchos otros ‘Tepitos’ en el mundo. Pero la verdad es que aquí sí hay que tener mucho cuidado con la Policía. Son rateros con placa; tienen permiso para robar.

¿Puedo usar esa declaración?
Por supuesto.

Antes hablaba de ‘safaris’ por Tepito. Sin embargo, hay medios de comunicación que a esto lo llaman ‘narco-turismo’…
Nosotros preferimos el término ‘turismo negro’. Narco-turismo, no. Porque en los años que llevamos haciendo el ‘safari’ en Tepito nunca hemos tenido un incidente, ni de robo ni de violencia. Y eso que traemos grupos de todo tipo: chicos, medianos, grandes… y los llevamos con plano en mano por donde ellos quieran.

Cambiemos ahora de tema. Con la llegada de la ‘globalización’ barrios históricos como, por ejemplo, el de Lavapiés en Madrid ha ido poco a poco perdiendo esa esencia que veíamos en las películas de Lola Flores y Agustín Lara. ¿Le está pasando esto a Tepito?
En mi opinión, Tepito se mantiene como un tianguis global. Es decir, ya forma parte de la economía global. Sin embargo, el estar a ocho calles del centro de poder político y religioso más importante del país le ha significado un costo muy grande, la pérdida de muchas cosas. No obstante, el barrio mantiene su identidad, con un habla popular propia que es el albur (el arte del doble y hasta el triple sentido), la cual tiene como código la picardía mexicana. Entonces, la suma de esa picardía más la fenomenología del relajo (‘cabrón cómo le haces para que no te chinguen’) le da una identidad muy particular a esta comunidad. Es el orgullo del lugareño.

¿Sería por tanto el albur y el boxeo las principales seña de identidad de Tepito?
Sí, junto a la comida (migas y tacos de vísceras de res) y el baile (la changa).

¿Qué se está haciendo para promover estas señas de identidad cultural en detrimento de la mala imagen del barrio? ¿Reciben algún apoyo?
La Secretaría de Cultura no está haciendo nada. Nosotros, el gran problema lo tenemos con la educación oficial porque reivindicamos a Tepito como un enclave de la cultura de la pobreza, como un barrio pobre que dejó de ser miserable. Sin embargo, en la ciudad de México la cultura es un espectáculo y el arte un objeto de consumo, y si no estás en esa línea no eres culto ni tienes acceso a la cultura. Aquí todo es Shakira y mercadotecnia.

Hablando de señas de identidad, otra muy importante para el barrio es la Santa Muerte. Para alguien que no sea de aquí, ¿cómo puede explicarse el culto a esta imagen de un esqueleto con guadaña?
En el México prehispánico se reconocía la dualidad del Señor y la Señora de los Muertos. Pero todo eso se combatió con el catolicismo, con cuya llegada el concepto de la muerte se fue domesticando con la celebración del Día de los Difuntos. Es decir, la Iglesia dijo: hasta aquí pueden llegar, velen a sus muertos, hagan sus ofrendas y ya. Sin embargo, en el barrio surge de repente la imagen de la Santa Muerte que es santificada por el propio barrio. Algo a lo que, por supuesto, la Iglesia se opone, porque quieren tener todo el poder. Es decir, tú no puedes tener conecte o diálogo con la Muerte. Todo debe ser a través de la Iglesia.

Oiga, pero no me negará que la imagen es un tanto macabra…
Mire, la Santa Muerte es la señora de los ciclos. Y se nos olvida que cada noche, cuando dormimos, es un ensayo de un sueño mayor. Nos olvidamos de que la vida dura unos años y la muerte es para siempre. Por eso, aunque hay mucha gente que considera esta imagen como un realismo grotesco, en el barrio la vida y la muerte se ven como muy buenas comadres. Ambas se llevan bien, aunque cada una haga lo suyo.

Sin embargo, parece que el estigma de la violencia también ha alcanzado a ‘La Flaquita’. Se dice que es la señora de los narcos…
Bueno, hay muchas imágenes. Homero Aridjis en su libro acerca de la Santa Muerte dice que porque en la casa del ‘mochaorejas’ encontraron una imagen, ésta ya se convirtió en la santa de los narcos, los secuestradores y los delincuentes. Sin embargo, en el libro que publicó Porrúa, puedes ver que se trata de una devoción familiar. Por eso yo diría que se trata de una imagen para ver el grado de mojigatería de la gente; para espantar pendejos que no ven más allá. Es decir, cada vez estamos más alejados de todo: si el abuelo se enferma, mándenlo a la clínica, si murió, llévenlo a un velatorio. Ya no se hace nada de esto en las casas, donde antiguamente la familia se reunía para ver el momento donde venían a llevarse al moribundo. Ahora hay un proceso de asepsia, donde hay que estar cada vez más alejados de todo lo que tenga que ver con la muerte. Pero, ¿quién no ha perdido el contacto con la realidad, con la neta? El barrio.

Entonces, ¿podríamos considerarla como una especia de virgen del barrio?
No tanto. Porque la Santa Muerte sabe que, a la par de Ella, está la Virgen de Guadalupe.

Por tanto, ¿se las respeta por igual?
Es que se les piden cosas diferentes. Por ejemplo, la Guadalupe no fuma, la otra sí. Y puede fumar hasta marihuana. A la Guadalupe le pides un milagro, a la Santa Muerte que te haga el paro. La Guadalupe está en la Basílica, la Santa Muerte está siempre a tu lado, acompañándote mientras comes tus frijoles con tortillas, en el Metro, en la calle… La Santa Muerte, en definitiva, es más tolerante: cuando te toca, te toca. Cuando no, no te puede llevar. Porque ella no actúa sola, es Dios quien manda.

Manuel Ureste
ANIMAL POLÏTICO

No hay comentarios:

Publicar un comentario