martes, 8 de mayo de 2012

LA COLMENA RUMOROSA; Vicios privados, virtudes públicas: Bernard de Mandeville (1732).



LA COLMENA RUMOROSA


Y envidiado por igual
en la paz como en la guerra,
su política se encierra
en sumar vicios, de modo
que en virtud acabe todo,
y el mal en bien de la tierra

Tal la música armonía,
de discordancias dechado;
que es un acorde el Estado
de tanta cacofonía.

Si todo se contraría,
es que todo se concierta.

La templanza es agua muerta,
guía y embriaguez revuelve,
y todo en virtud se vuelve
al abrirse la compuerta.

Madre del mal, la avaricia
cunde en liberalidad,
pecado de dignidad
exento ya de malicia.

Si la lujuria desquicia,
a muchos da de comer.

El orgullo es sumiller
de la abundancia, y aumenta
de las industrias la cuenta
Por loco que pueda ser.

La envidia, la vanidad
y la moda, que hace el tercio,
son la rueda del comercio,
motor de su variedad;
y su mutabilidad
cura su mismo extravío,
pues al mes ya causa hastío
lo que antes era vehemencia,
de suerte que la prudencia
alcanza un triunfo tardío.

El tiempo en su curso grave
metamorfosea el vicio,
que va mudando su oficio
por otro oficio mas suave.

Y aprende, el que menos sabe
y menos tiene, a exigir
otro modo de vivir,
comodidad y regalo,
y el pobre, en corto intervalo,
es rico del porvenir.


 

LA COLMENA RUMOROSA: Vicios privados,

virtudes públicas: Bernard de Mandeville (1732).

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