lunes, 17 de septiembre de 2012

El último grito

El Presidente de la República ha dejado de ser protagonista de la agenda nacional. El que fija el rumbo del país hacia un nuevo destino es otro…


 
Mientras Felipe Calderón pega el último grito —bajo torrencial y significativo chubasco—, Enrique Peña Nieto se instala en el mullido sillón del poder.

Conforme se acerca el 1 de diciembre (faltan 75 días), el que entra crece y el que sale, desvanece.
Felipe Calderón nos quedó a deber: incumplió su promesa del empleo y mejores oportunidades —quedó corto con casi tres millones de nuevas plazas laborales, sin contar siete millones 200 mil ninis—. Tampoco logró el ansiado pacto nacional: el cambio democrático terminó en quimera… también el bienestar que auguraba la alternancia.

Gastó su capital político en combatir a los adversarios del régimen con radical obsesión. En materia de seguridad, si estábamos mal, acabamos peor: quedamos a nada del abismo.

En la última arenga patriótica desde el balcón central de Palacio, además del repetido ¡Viva México!, el Presidente de la República también hubiera podido gritar: ¡Vivan los 60 mil Muertos! —contando a los 17 de Tizapán, Jalisco y tres de Ciudad Hidalgo, Michoacán, apenas ayer—.

Mientras Calderón va de salida y cumple con actos patrióticos, aunque le llueva, y más escalas en su gira internacional del adiós, Peña Nieto pone en marcha el pregobierno, paso previo al PRI-gobierno —como apuntó el periodista Rafael Cardona—.

Peña Nieto se reúne con el Gabinete de Seguridad Nacional, come con gobernadores panistas, —tal vez también con los perredistas—, manda iniciativas al Congreso… y una lluvia de mensajes para quienes los quieran escuchar.

Luis Videgaray compromete como prioritarias la reforma fiscal y una nueva ley de transparencia; Miguel Ángel Osorio habla de llevar el tema de seguridad de regreso a Gobernación (como en tiempos de Ernesto Zedillo); Rosario Robles promete que los programas sociales dejarán de ser asistencialistas; Alfonso Navarrete Prida asegura que la reforma laboral de Calderón no es la reforma de Peña; Ildefonso Guajardo vislumbra una nueva política económica que contemple una reingeniería total de los instrumentos financieros de la Secretaría de Economía; Emilio Lozoya Austin, de recuperar el liderazgo internacional perdido en los regímenes panistas (aunque los colmillos retorcidos de los presidentes de El Salvador y Nicaragua hayan bautizado al novato gestor diplomático, reventándole la cumbre Centroamericana programada para este lunes)…

El Presidente de la República ha dejado de ser protagonista de la agenda nacional. El autor que fija el rumbo del país hacia un nuevo destino es otro… “Ya no puede haber tiempos perdidos”, sentencia el presidente de la Cámara de Diputados, Jesús Murillo Karam.

MONJE LOCO: Al parecer la actitud de Andrés Manuel ha pasado de la política a la tanatología aplicada a la política. Su declaración más reciente, en torno del fraude electoral y la preparación de su nuevo partido, exhibe un proceso de aceptación y asimilación de la pérdida inexorable. Si la tanatología enseña a conocer, reconocer y asimilar como inevitable la muerte cercana; decir “el fraude me ha dolido mucho” es una forma de ir procesando la pérdida y el dolor mismo. Andrés Manuel por fin ha reconocido la derrota ante sus fieles. En su proceso de sanación ha dado un salto para asumir la realidad que antes negaba. La sanación —dirá alguien— también es revolución.

PUNTO Y APARTE: Fatal se vieron las dos grandes televisoras que mancharon la noche mexicana al cortar la transmisión del Grito para dar paso al espectáculo de las peleas de box en Las Vegas. El fervor patrio, “en vivo”, sucumbió ante el favor pagado de una transmisión diferida. La “telecracia” se impuso (otra vez) a la idiosincrasia.
           
2012-09-17 02:37:00
José Cárdenas
EXCELSIOR

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