miércoles, 4 de julio de 2012

El Voto y la personalidad

 

Por estos días, analistas políticos e intelectuales han compartido públicamente su intención
de voto. Lo hizo Juan Villoro, Gabriel Zaid, Jorge Volpi y Genaro Lozano entre otros. Los leí
a los cuatro. Gracias a las redes sociales, leí como nunca antes sobre las trayectorias de los candidatos a la presidencia
y opiniones muy diversas sobre lo que más le conviene a este país.

La diversidad de voces, opiniones y tonos que a veces se volvieron fanatismo, nos habla de un país diverso que no se ha unificado por inercia como cuando el PRI arrasaba las elecciones o las arrebataba si no le eran favorables o como en el 2000 cuando ganó Vicente Fox, que en esa elección logro unir a más de la mitad de los mexicanos que querían al PRI fuera de Los Pinos. Hoy no existe tal uniformidad. Hoy la diversidad de voces nos habla de una democracia mucho más interesante y más vital que en otras elecciones.

Jesús Silva-Herzog Márquez (@jshm00) escribió esta semana en su blog una entrada imprescindible llamada “La soberanía del número” subrayando que los motivos y emociones detrás de un voto, no son considerados a la hora de contar. Nuestro voto es un número más, igual que cualquier otro. En el momento de votar, nuestra elección no es mejor que la de nadie. No hay forma de distinguir los votos comprados de los voluntarios, los razonados de los impulsivos, los de castigo de los convencidos, los que surgen del miedo de los que surgen de la esperanza.

Se ha estudiado mucho en los últimos años, el impacto de la personalidad de los votantes al elegir por quien votar (Caprara y Zimbardo, 2004). Estos y otros investigadores han encontrado que la importancia de las características personales está a la alza en los procesos electorales, porque la tendencia de los partidos a ser más de centro para atraer a grupos con intereses muy diversos, ha inclinado la balanza a lo individual. A los rasgos de personalidad y a los valores de cada uno. Habrá quien considere como lo más importante la tradición, otros la benevolencia o el bien común, otros el hedonismo. Los valores y los rasgos de personalidad están interconectados. Algunas veces, las personas cambian su conducta para ser más congruentes con sus valores. Otras veces al revés, adaptando sus valores a su forma habitual de pensar, sentir y actuar. Los valores de una persona se juegan de manera importante al decidir su voto. En lo interno, la persona sabe que su elección es legítima y valiosa, al punto que, aunque no gane el proyecto político que elegimos, gana nuestra convicción y congruencia entre lo que somos, en lo que creemos y por quien votamos.

Dice Carlos Rivera (@galindes) que “uno de los resultados de la elección presidencial 2012 ha sido la creencia de que el candidato de nuestra preferencia posee una superioridad quasi-innata con respecto a los demás candidatos”. Rivera, (Doctor en Psicología Política por la Universidad de Essex) agrega que como en casi cualquier otro ámbito de la vida, (comercial, amorosa, religiosa) las preferencias político-partidistas están determinadas más por nuestra estructura de personalidad, nuestros valores y a veces hasta por nuestra estructura neurológica, que por las virtudes filosóficas, políticas, económicas o estructurales de las opciones a las que nos adherimos.

Thomas Friedman en un gran editorial publicado ayer en el New York Times, ha dicho que quien gana en las urnas debe ser capaz de pactar con el resto de los grupos políticos y sociales de un país, al referirse a Mohamed Morsi, nuevo presidente electo en Egipto que venció al partido oficialista por un estrecho margen de 3 puntos. Friedman enfatiza la importancia de que Morsi, de la hermandad musulmana, concilie con los liberales, salafistas y cristianos, en la construcción de una recién estrenada democracia.

Cito a Friedman para ilustrar que independientemente de quien gane las elecciones, el pacto social debe tener mayor peso en la ciudadanía y no en el partido en el poder. El autogobierno, la autogestión ciudadana, deberían vislumbrarse como el camino hacia el crecimiento democrático. Los egipcios nos han enseñado una enorme lección de valentía al respecto.

Reconocer lo construido y no sólo lo destruido en estos años de transición democrática podría ayudarnos a ser menos pesimistas. Aquellos que afirman que votemos por quien votemos, terminaremos arrepentidos, no ayudan en nada al país. Para estos candidatos nos alcanzó. Que nos alcance para más en las siguientes elecciones.

Creo personalmente mucho más en el voto de conciencia que en el voto útil. Creo que somos lo que votamos y que es mejor ser congruentes con nuestros valores que votar en contra de un proyecto político y no a favor del que nos parece mejor.

Creo que la única forma de que el día de las elecciones se vuelva un momento trascendente, es tener la certeza de que mi voto, es el más importante. Mi voto es en última instancia, un acto poderoso de amor propio y reflejo de mis rasgos de personalidad y de mis valores. El mundo no se acaba el 1 de julio. La vida sigue y tendremos que seguirla construyendo entre todos.


 por Prodigy MSN 27, jun, 2012 12:56p.m.

Valeria Villa es psicoterapeuta individual, familiar y de pareja desde hace más de 10 años. Hospital Médica Sur 5606 7245 Lomas de Chapultepec 5520 5525 La puedes seguir en twitter @valevillag o escuchar su Radioterapia en el 102.5 fm en la Ciudad de México http://audio.noticiasmvs.com/ los lunes a las 1200 en MVS Radio

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