lunes, 9 de enero de 2012

Reportaje Revista Impacto: El día en que se jodió al PRI


Reedición en 2012 de la batalla por la Presidencia de 1994

Para el priísmo, Luis Donaldo es, si no un héroe, sí el mártir cuya ejecución marcó el final de su estancia en el poder, aunque la derrota se diera seis años después de su cita con la muerte en Lomas Taurinas
Hoy, Manuel Camacho Solís es una de las figuras emblemáticas del grupo que con Andrés Manuel López Obrador intenta apoderarse de la Presidencia de la República

Hoy, Manuel Camacho Solís es una de las figuras emblemáticas del grupo que con Andrés Manuel López Obrador intenta apoderarse de la Presidencia de la República.


El martes próximo, pero tres sexenios atrás, Luis Donaldo Colosio salió de su casa a las 5 de la mañana para iniciar el camino que lo llevaría 73 días después a un barrio polvoriento de Tijuana, en donde un asesino “solitario” le dispararía en la cabeza. Aquella madrugada del 10 de enero de 1994 inició su primera jornada sin la felicidad esperada en quien camina con paso seguro rumbo a la Presidencia de la República.

No ocultaba la decepción de quien se sabe obligado a cumplir con las instrucciones de su jefe aun no estando de acuerdo. Sabía que en el transcurso del día el Presidente Carlos Salinas reestructuraría su gobierno con personajes ligados en mayor o menor medida a su competidor en la contienda por la candidatura presidencial, el mismo que al no obtenerla se refugió en su casa de Cuernavaca cerrando puertas y oídos a quienes lo aconsejaban comportarse conforme a las reglas del sistema.

MINISTRO SIN GOCE DE SUELDO

Todos los nuevos nombramientos tenían que ver con Manuel Camacho, quien aprovechó el providencial alzamiento del Subcomandante Marcos en Chiapas para convencer al Presidente Salinas de cambiar la parte neurálgica de su gobierno: Jorge Carpizo en Gobernación que por esa circunstancia presidiría el IFE; Diego Valadés en la PGR y el propio Camacho como pacificador de Chiapas.

Pero cuando Colosio voló a Tampico para luego dirigirse a Huejutla, Hidalgo, no estaba enterado de la parte clave de uno de los nombramientos. Camacho viajaría a San Cristóbal de las Casas como una especie de ministro plenipotenciario del gobierno de Salinas sin goce de sueldo.

Cualquier despistado habría pensado en la gran bondad del negociador que renunciaba a su condición de secretario de Relaciones Exteriores, la posición obtenida en la negociación con el Presidente cuando al fin aceptó salir de su encierro en Cuernavaca. Sin costar un centavo al erario nacional evitaría el derramamiento de la sangre indígena chiapaneca por parte del Ejército Mexicano.

En realidad se trataba de otra cosa.
Colosio se enteró de este “insignificante” detalle en pleno mitin en Huejutla, pues le fue comunicado por los reporteros que lo acompañaban. De inmediato supo lo que aquello significaba: Camacho aprovechaba el alzamiento “zapatista” para iniciar su propia campaña con la esperanza de arrebatarle la candidatura. Para ello contaría con el auxilio de cierta prensa empecinada en construir en la opinión pública la idea de que la campaña del candidato del PRI no despegaba.

El "no goce de sueldo" no era sacrificio económico ni generosidad de su parte, sino el cálculo perfecto de una estrategia que lo colocaba en la cresta de la clase política sin padecer la condición de funcionario que lo inhabilitaba para sustituir al candidato del PRI en caso de darse las condiciones para hacerlo.

‘NO SE HAGAN BOLAS’

Cuando Salinas aceptó las exigencias de Camacho, estaba muy lejos de imaginar que la candidatura de Colosio “no terminaría de despegar”, como lo insistiría durante casi tres meses la prensa camachiana; más bien estaba urgido de evitar el derrumbe del gran gobierno que encabezaba, pero la campaña mediática contra Colosio lo obligó a exhortar a los priístas en Los Pinos a no hacerse bolas porque “el candidato es Luis Donaldo”.

No obstante, unas 10 semanas después del arranque de su campaña, Colosio fue asesinado, pero Camacho no fue el candidato sustituto. El priísmo no aceptaría su imposición ni él buscaría la candidatura. En aquellos días los priístas lo culpaban del magnicidio. Más bien se afanó en obtener de Diana Laura Riojas de Colosio una carta que lo mostrara ante el mundo como casi hermano de Luis Donaldo. Hasta redactó el texto, pero no obtuvo la firma gestionada por Salinas. En junio cesaría como pacificador de Chiapas y luego dejaría de militar en el PRI; hoy es una de las figuras emblemáticas del grupo que con Andrés Manuel López Obrador intenta apoderarse de la Presidencia de la República, después que su discípulo Marcelo Ebrard no pudo hacerse de la candidatura presidencial.

Pero si Manuel no ceja en sus intentos de adueñarse de la Presidencia, aunque sea a través de intérposita persona, sea del PRD o del PAN, Colosio también está de regreso, ahora invocado por Enrique Peña Nieto. El inicio de su campaña como precandidato único del PRI a la Presidencia de la República en Huejutla fue una señal más que evidente:

“Me encuentro en el lugar donde hace casi 18 años un mexicano excepcional iniciara su recorrido por toda la República, Luis Donaldo Colosio Murrieta, y al igual que entonces, sus palabras o parte de su mensaje y palabras tiene vigencia en nuestros días”.

HÉROE NO, MÁRTIR

Peña Nieto ha convertido a Colosio en su insignia. No es casual. En 1993-1994 Andrés Manuel López Obrador, su principal competidor al día de hoy, era parte del grupo que sigue sin conseguir apoderarse de la Presidencia.

Camacho y Ebrard lo han intentado ellos mismos, pero también apoyando a Cuauhtémoc Cárdenas y en dos ocasiones al tabasqueño.

En realidad, el ex gobernador mexiquense enfrenta hoy a los ex priístas que en 1993 y 1994 hicieron todo a su alcance por adueñarse de la Presidencia, incluida la creación del clima de confrontación mediática y política que propició el asesinato de Luis Donaldo.

Es una especie de reedición de la lucha aquella con ingredientes adicionales: el PRI pretende reconquistar la Presidencia después de un intento fallido y el Presidente Felipe Calderón, un panista actuando como lo hacían sus antecesores priístas, no está dispuesto a permitirlo porque le significaría pasar a la historia como perdedor.

El miércoles pasado, Calderón sufrió un serio revés con el rechazo de una elección adelantada que permitiera colocar en mejor lugar a su candidato Ernesto Cordero. El Consejo del PAN no aceptó someter a los tres precandidatos a una preelección planeada para convencer a Santiago Creel de abandonar la contienda en beneficio del ex secretario de Hacienda.

Pero esta derrota no desanimará al Presidente. Todo se está cocinando para que Cordero sea el candidato lo que, conforme a los cálculos de Peña Nieto, Calderón irá con todo. “Y todo es todo”.

Hay a quienes no ha gustado la recuperación de la imagen y el discurso de Colosio. Esgrimen todo tipo de argumentos, el más torpe que un buen porcentaje de los electores de hoy no saben quién fue Luis Donaldo. Es posible, pero a pesar de 11 años de administración panista, los mexicanos seguimos sabiendo quiénes fueron Hidalgo, Morelos, Madero, Zapata, Villa y hasta Iturbide y Hernán Cortés. En realidad parece que existe cierto temor de reabrir el debate sobre el asesinato del candidato.

Para el priísmo Luis Donaldo es, si no un héroe, sí el mártir cuya ejecución marcó el final de su estancia en el poder, aunque la derrota se diera seis años después de su cita con la muerte en Lomas Taurinas.

Quizá ninguna justificación tendría la recuperación que Peña Nieto ha hecho de su imagen y discurso si Camacho, Ebrard y Andrés Manuel no se hubiesen apoderado de las izquierdas y buscasen por segunda ocasión el poder para quedarse instalados en Los Pinos y en el gobierno del Distrito Federal los siguientes tres sexenios.

Con el marco que le dará quien sea candidato del PAN y el Presidente de la República, los grupos priístas de 1993-1994 se enfrentaron de nueva cuenta. Por un lado los camachistas y por el otro, los colosistas, si bien encabezados por una nueva figura, Enrique Peña Nieto.

El próximo 10 de febrero se conmemora el natalicio de Colosio. Quizá los priístas acudan a Magdalena de Kino, Sonora, a hacerle el homenaje que le deben, porque ésta es, sin duda, la última oportunidad que tienen de recuperar lo perdido en Lomas Taurinas cuando Camacho estaba pacificando en Chiapas al Subcomandante Marcos.

Autor: Juan Bustillos

1 comentario:

  1. Pues a mi no me gusta que Peña Nieto se quiera valer de la imagen de Colosio. Peña Nieto con esos discursos y con su poco intelecto no llegara a los Pinos. Josefina tampoco sera candidata porque en Méxino no estamos listos para ese cambio y porque la señora no tiene propuestas. Santiago Creel es el indicado para ser el proximo presidente.

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