lunes, 9 de julio de 2012

De Sedición y Discordia. Cicerón



 A propósito de las campañas, se pusieron de moda los consejos que Quinto Tulio Cicerón diera a su hermano Marco. En una lucha corta por ganar las preferencias del electorado cuenta más la imagen, las apariencias, que las virtudes, dijo el hermano al gran orador romano, hace más de dos milenios.

 Quinto Tulio estimaba que su hermano estaba dotado de “todo lo que los hombres pueden adquirir con el talento, la experiencia y la dedicación”, sin embargo, lo exhortaba a cuidar sobre todo “las apariencias” (la imagen). Marco Tulio Cicerón recibió ese, entre otros consejos por parte del hermano, cuando estaba por iniciar su campaña al consulado romano en el año 64 antes de Cristo. No era un mundo plástico el de entonces; sin embargo, la sabiduría griega y romana, al parecer, alcanzará el fin de los tiempos.

 Quinto Tulio también exhortaba al hermano a hacer grandes, grandes, promesas, pues “las negativas te granjean indudable e inmediatamente, muchas enemistades”. En julio del 64, Marco Tulio Cicerón, ciertamente, ganó el cargo. Los consejos de Quinto Tulio están recopilados en el libro Breviario de Campaña Electoral.

 Sin embargo, transcribimos a continuación, algunas de las ideas del mismo Marco Tulio Cicerón, el realmente importante, el gran orador y abogado romano.

 En Los Oficios, en las Reglas que han de observar los que gobiernan y los que administran justicia, escribió Cicerón que:

 “Los que se destinan al gobierno del Estado, tengan muy presentes siempre estas dos máximas de Platón: la primera, que han de mirar de tal manera por el bien de los ciudadanos, que refieran a este fin todas sus acciones, olvidándose de sus propias conveniencias.

 “La segunda, que su cuidado y vigilancia se extienda a todo el cuerpo de la República; no sea que por mostrarse celosos con una parte desamparen las demás. (…) Porque los que se desvelan por una parte de los ciudadanos, y descuidan de otra, introducen un perjuicio el más notable en el gobierno, que es la sedición y la discordia (…) Ésta ha sido la causa de gravísimas discordias en Atenas, y la que ha producido en nuestra República no sólo sediciones, sino también muy perniciosas guerras civiles: todo lo cual debe huir y abominar al varón prudente y magnánimo, digno de manejar las riendas del gobierno: y manteniéndose libre de ambición riquezas y poderío, se entregará todo a la República, mirando por ella de manera que se extienda y alcance a todos su cuidado”.

 Y, en Del Sumo Bien y del Sumo Mal, escribió:

 (…) así la injusticia, si algo maquina, aunque sea ocultamente, no espera que su crimen ha de permanecer siempre oculto. A los hechos de los malvados los sigue primero la sospecha, después la voz de la fama, luego el acusador y el juez. Y los que se creen bastante defendidos y fortificados contra la conciencia de los hombres, tienen, sin embargo, el temor de los Dioses, y creen que las angustias que atormentan sus noches y sus días son un suplicio enviado por los Dioses inmortales.”
¿Tenía o no razón?

Publicado el Domingo 8 de Julio de 2012
María Elena Ramos
EL ARSENAL

No hay comentarios:

Publicar un comentario